jueves, 6 de octubre de 2016

Octubre.. insolente y estúpido, Octubre.

Se supone que el otoño era mi época favorita del año, 
Tu cumpleaños en Octubre
El mío en Diciembre
Pero ahora, tan pragmático el otoño
Se ha desecho de lo tuyo
Y ha traído para mi más años.
Se supone, pienso ahora,
Que el otoño era la época más esperada
Y hoy, hoy? Ya no se ni que pensar.

Autoterapia de ilusiones muertas: Estoy volando.



Y le tengo miedo a las alturas,
Es alto y apartado, 
Aún así, he volado siempre para encontrarte
Cuando sueño, cuando río, cuando lloro
Estoy volando.

Y he sentido miedo a las alturas, si
Siempre que confío en tu mirada,
Siempre que me entrego a ti
Y cuando despierto en tu cama y se que me has tocado
Estoy volando.

Porque no hay más emoción
Que la que me provoca una sonrisa tuya,
Ese cálido beso que me das por las mañanas, dormida;
O esa mordida en el cuello cuando has terminado,
Estoy volando.

Y tengo miedo a las alturas,
Si. Porque no hay nada más escabroso
Que volver a sentir esto que siento, esa emoción de unirte
a lo que pensé estaba roto de por vida,
Estoy volando.

Y así seguiré, temiendo a las alturas
Temiendo siempre a lo que pueda pasar cuando me caiga,
Esperando por fin a que todo pase
Y la turbulencia de este amor me acabe los nervios
Y me mate,
Estoy volando...

Autoterapia de salvación: Dando patadas de ahogado.




Lo nuestro está enterrado,
lo nuestro es tratar de levantar mil formas
de re inventarlas y hasta cambiarles de color.
Cuando las formas visiblemente se han pulverizado
y lo único que queda de ellas
es mi aferramiento, el aun tenue y ligero olor
de tu pelo en mi cama
y del sentimiento vago de como tus manos
me hacían el amor.

Autoterapia individual: Destrucciones masivas.

Fueron 500 pesos
y una margarita deshojada
fue una noche
más de cien besos 
una caricia tenue 
pero arrebatada,
Fue un apretón de manos
tres palabras intranquilas
-yo te amo-
Fue un poema incierto
un amanecer a tu lado.
Fueron 10000 lagrimas
20 abrazos apretados
4 orgasmos,
el color de tus ojos casi negros
y el olor de tu piel recién bañada
fue verte durante 16 horas
caminar a tu lado
llenarte de saliva.
Fue una tormenta nocturna
una realidad incierta
eso fue....
Y muy a pesar de ello
fueron muchos años
de imaginarte conmigo
a un lado, nunca atrás,
nunca adelante
solo a un lado.
Y de imaginaciones
se llenan los amantes desilusionados.
Fue un queso que disfruto
una cerveza fría emanando de tu boca, que era mía.
Fueron varias horas de pensarte,
de pensar que sin ti
siento que soy nada
y que tú sin mí, eres todo,
Eso fue.
¿Una despedida?
Una bofetada fría directa al corazón,
Y eso fue
y eso será
para siempre lo que vale
este corazón desmedido
este tonto corazón
que me estalla cuando escucho,
cuando leo, aprendo y entiendo
que esto fue
y que así será
por siempre.
03/10/16

lunes, 19 de septiembre de 2016

Auterapia erótica de un adiós: No, no es Música para hacer el amor.

Y bien, seguí tu consejo. Justo como me lo recomendaste hace ya una hora, hora y media. Al momento en que te fuiste, estaba yo ahí. Entrometida. Esperando, impaciente, bien blandita. Sigilosa, casi sin hacer ruido lo intercepté rápidamente en la cama. Ya estaba dormido, suele pasar muchas veces, él no es muy de salir, ni de fiestas, le gusta la tranquilidad del hogar, rara vez consigo que salga con sus amigos, le gusta su casa, su música, sus hijos y su ruca. San se acabó.
Y ahí me tienes, haciendo justo lo que me dijiste. Bien derechita, arriba, besándole la cara, los labios chiquitos. Sus ojos verde aqua encendiéndose. Soy de esas que no pueden permitir un no como respuesta, no me gusta, a veces me asusta. Ayer estaba acostada en un sillón, escribiendo palabras a casi 700 km de distancia, con un celular de por medio, escuchando una canción infinita… Entre gemidos y sensaciones.  Pero esta vez, olvidé ese ajetreo y la puse ahí en la bocina que tenemos al borde de la cama. Con el ritmito pegajosito, la melodía casi 70 era, y esa voz bien grave, me tenías ahí, haciendo lo que sé hacer muy bien. Recordando lo que justo hace poquitos minutos me habías dejado de decir, o me dijiste de más. No te equivoques, ¿Qué dijiste? A esta monita ya me la traigo en la bolsa, bien amarradita. No. “Si tu mente está cerca de ahí, déjala flotar como una nube, para que se abra la puerta de llave dorada, y puedas volver a renacer por dentro, hoy me voy al infinito”.  Haciendo de ese momento una faena, como nunca y como siempre, arriba quitándome la ropa entre premura y sensatez. Tocándole las piernas bien torneadas (yo no sé cómo le hace para seguir de talla 32) entre un tumulto de pelo negro y crespo; reavivándolo.
Y así seguía la música fluyendo, entre el vaivén de besos, caricias, apretujones. De repente sin temor ya nos tenías bien apalancados, el diciéndome al oído que sí, yo esperando un poquito unas dos o tres estrofas más, hasta que todo lo que acababa de iniciar estuviese bien cocinado. Estaba ahí, a veces dominada, más bien dominando todo, acordándome que es él con el que quiero yo estar por el resto de los siglos, amén. Porque todo lo que somos y todo lo que fuimos nos lo debemos, sin rezongar. Sabe lo que me gusta, sabe lo que odio. Es con el único que he podido sentir que llego al cielo y me derrito, aun que a veces, como bien te lo decía hace un momento sea sólo un espectador de este gran drama que me monto diario. Estaba pensando, bien concreta, pensaba en que si eso que estaba pasando pasará después, en algún lugar contigo, no podría ser igual “Esta es la historia de una vieja canción, la de la primera vez”. Esa vez me quedé con él para siempre.  Literal. 23 de Mayo empezamos algo que para el 14 de Septiembre era ya una boda, de eso ya casi 11 años. Pero no hay que abrumarnos pensado en estas cosillas. Como te estaba diciendo, así bien delicioso que estaba todo, se estaba poniendo bueno, lo juro que sí. Nunca hemos sido tremendos para esos menesteres, de vez en vez se nos ocurren locuras como las que te conté la vez pasada, a veces andamos bien cachondos y nos encerramos unas horitas a saciar. Pero esta vez, créemelo, quise comprobar.
Ya estaba yo arriba, escuchando la melodía de fondo, no me acuerdo si fue cuando yo estaba ahí abajo que empezaron sus palabras a fluir en mis oídos “Entiendo que no puedo suplicarle a él una vez más, pero nada se detiene sólo vivo para ti, dame sólo un beso que me alcance hasta morir, como un vicio que me duele, quiero mirarte a los ojos”.  Y Ya no pude hacerla de emoción… Me tuve que subir y darle todo lo que tengo al compás de la canción, ahí los dos, entre el frío y la humedad de la recámara, no hace más de 1 hora y media. Le besaba la cara, le recorría el cuello, sus manos tocando mi pecho, sus manos grandes ahí, manoseando y él adentro, muy directo. Estuvimos, quizá dos o tres minutos al compás, si sentí rico, no puedo decir que no, sobre todo con la música de fondo, ahora sí real en mis oídos, sin limitaciones. Viéndolo a la cara, con los ojos bien abiertos, brillando en la noche, vi su cara, un fragmento pequeño, un suspiro infinito. Estaba sintiendo lo más fuerte y yo me le movía más, para que sintiera y no dejara que escapara. Y vi su cara de satisfacción, su voz quebrantada, atrapada ahí, en mi mirada. Terminó. Pero seguía adentro.
Juro por Dios, por lo más preciado que existe en esta vida, que no lo pude evitar, no sé si fue la voz de León o la de Bunbury, o lo que dice la canción, te lo prometo, “Y no sé tú, ni que dirás, pero no hay nada mucho que pensar, la oscuridad me asecha incrédula, nada que pueda perder, nada que no pueda ser, algo que te alivie algo que me cure” Y me tuve que salir.
Acostada a un lado, pensaba y mis ojos se llenaron de agua, el me seguía tocando, una y otra vez, sus manos en mi panza, sus manos en mis pechos y mis ojos que llovían. Algo me hizo detener ese momento en una tristeza infinita, ¡!¡!Pero por qué!?!?! Estaba yo haciendo lo que tú me dijiste. Bien mansita. Y los navajazos en mi pecho bien constantes “No hay nada que pueda perder que no pueda hacer, que no pueda amar, que pueda soñar… No hay nada que pueda perder, que no pueda ser, que no pueda amar, que pueda soñar”.. Uta, literal que mis ojos se seguían corriendo. Y me preguntó como 3 veces, pues qué tienes, ¿no te gustó? Y yo no podía ni hablar, no sé que sentía, algo aquí, bien profundo. Un silencio bien cabrón.
Y bueno, me dieron el espadazo final  cuando estaba ahí acostada, desnuda, toda roja de la piel, con el pelo alborotado y sus manos en mi ombligo,  lo escuché:   “Nunca me digas que no puedo, nunca me digas que creer, no vez que ya no tengo miedo, no me pongas tus cadenas, perdóname si no te sigo, pero me aburre caminar, me construí unas alas de cartón y voy intentar llegar al sol, aun que me muera de calor”… Pffffffffff. Derretida, con los ojos bien corridos. Y los suyos ahí clavados en mi alma, con esa carita que me mata, con sus chinos güeros y su piel blanca. “Un vuelo en llamas bautizo luminó reparo los magnetos del amor, mientras mis alas se desintegrarán y vuelvo a caer una vez más, en el rincón.. uh, en el rincón… uh me quemé, uh lo vuelvo a intentar” Pinche madre, recién cogidita pero con ese vacío interno, esperando la estocada final, tumbada a su lado.. Mis ojos, los suyos y los tuyos ahí… “Uhh me quemé, uhh lo vuelvo a intentar”. Y fin, se acabó el disco así.
Después de unos 10 minutos, le di un beso suave, viendo afuera de la ventana, acostada y él ya casi dormido bien niño, me dijo que lo que le gustaba de mi y de él era la saciedad, esa saciedad que siente conmigo, esos 10 minutos de después de venirse con eterna calma y paz efímera. Me dieron tiro final, directo al cuello. Esos 10 minutos justamente fueron lo que me hicieron pararme de la cama y venir aquí a escribir, cual vil consuelo de tontos, porque es lo que me queda después de darme cuenta que esa canción es exactamente lo que siento ahora. Eso que batallé en explicarte antes de que te fueras a lo tuyo, sin decir agua va, agua viene. Eso que me tarde en descifrar como desde hace 10 años, ¿Apoco te sentiste bien cañón? Ya está en la bolsa, ahí metidita, bien dispuesta. Pues no, hoy compruebo una vez más, que sí, él es el hombre de mi vida, que sí;  soy una tonta egoísta bien ensimismada en ella misma, que sí;, hasta que parta de este mundo voy a estar con él y qué sí; todo lo que te dije es verdad. “Es raro el amor, no importa la distancia, ni el tiempo, ni el altar”….
Tómame o déjame.

12 de Diciembre, 2011. 12:30 am.

martes, 13 de septiembre de 2016

Autoterapia: De catarsis destructiva.

Somos como un todo
deshaciendo vanidades absolutas,
así como lo que se ama
pero también se destruye,
así como todo lo que se olvida
cuando ya no hay interés.
Somos como dos eternos contrincantes:
apasionados, reacios y destructivos;
pero con mucho amor.
¿Y al final? ¿Qué es lo que hemos logrado?
Veinte años de infinita resistencia
de un impotente sentimiento
de abandono
de reproches,
de inquietud.
¿Quieres otros veinte años más así?

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Autoterapia: una despedida y mil besos mios.

Y cuando todo finalmente se acabe, 
se apaguen las luces 
y se caiga el cielo a pedazos. 
Ese día que finalmente descanse estaré escuchando un disco de Floyd, 
ese mismo que escuchaba cuando todo empezaba... 
Ese mismo que viví cuando su olor impregnado en la piel me asechaba... 
Ese disquito progre, medio monótono en partes, 
cambiante en otras
estará a la altura de mi soundtrack personal, 
porque así como has llegado... 
Así también te vas.... 
Así como por primera vez te besé los ojos y te mordí la oreja, 
así así despacito, 
te voy soltando espectro tras espectro, como imán pegado al refri, 
fuerte pero no imposible. 
Y con la música de fondo, 
Planeo tu despedida, good bye blue sky...
Good bye... Blue sky... Good bye.

lunes, 29 de agosto de 2016

Autoterapia de conciencia colectiva: Ello, yo y superyo.

Y cuando aprenda la lección
supongo que ya no pensaré en ti a cada momento,
Y mi yo, mi ello y mi superyó dejarán de sentir
que haces falta por las mañanas
cuando me levanto empapada de un sudor frío
ese que no me deja descansar, que me limita a sólo...
buscar un pretexto estúpido para tenerte, para poseerte.

Cuando ello deje de sentir que te necesito 
pegado a mi cuerpo las 24 horas al día
y que todo gire en torno al cálido sentimiento de un beso
a la incesante sensación de tu piel desnuda encima de mi cuerpo
o al delirante olor de tu cabello y su textura,
Ese excitante momento de atraparte entre mis piernas y de necesitarte
y de desearte como una loca.
Porque eso es justo lo que siento cuando te escucho
cuando te huelo
cuando siento que estás ahí, en silencio
observándome.
Soy una loca que se deja convencer por ello
y te quiere por pura pulsación de mi cuerpo
de vibrar y de sentir que se me enchina la piel del cuello
cuando escucho tu voz,
cuando pienso en ti.

Y es que entonces, mi superyó te busca también
y trata de no entrar en conflicto con la lujuria, trata de mediarte
de no soñarte
de no pensarte
de no sentirte.
Trata de alejar cualquier sentimiento,
pero es inevitable.
Eres esa fuerza magnética, eres esa inconsciente y maldita
realidad y atracción que termina por ceder
y por buscarte una y otra vez.

Y mediando entre las dos, yo
yo que siempre lucho y me enfrento
a esta terrible soledad, a esta terrible realidad
al no poder verte por las mañanas y a imaginar
cualquier historia de los dos
de esas que sólo rondan  por mi cabeza y en mis sueños
porque tú ya no estás.
Es impensable el sentimiento, es delirante
me vuelve loca, me convierte en nada
me devasta
me aniquila
y pienso aveces
¿Cuándo dejaré de sentirla?
cuándo dejaré que todo simplemente desaparezca
porque entonces se que yo, ello y superyó se confabulan
en mi contra, es cuestión de análisis
de saber que esta conciencia colectiva
se convierte en un inconsciente sentimiento
que termina por derrotarme y tumbarme
al final del día en una fría cama,
esperando cerrar los ojos para ya no pensar.

Its fukin painful! 

jueves, 11 de agosto de 2016

Autoterapia de sinceridad absoluta: diciendo las verdades.

No me digas que no me gustaba nada de tí,
Si compartía contigo
noches enteras amándonos, 
de que te vinieras en mi boca
de besarte todo
de acariciarte desde la punta del pelo
hasta los dedos del pie...

No me digas que no me gustaba tu música,
si contigo aprendí a escuchar a Bunbury
A héroes del silencio
Mago de Oz.
Aprendí a escuchar tus silencios
aprendí a escuchar tus sonidos
mientras dormías, esos también que hacías todos los días
después de bañarte y limpiarte la nariz.

Aprendí tus horarios de las gotas que usas
aprendí tus horarios de querer tomar
de querer comer
de querer coger
de querer soñar.

Me acoplé a como me tomabas de la mano
me acoplé a levantar las piernas altas muy altas,
por encima de tu cuello casi, para que me penetraras
y terminaras gozando mientras yo aveces te acariciaba allá abajo
y entonces quedabas impregnado dentro de mi.

Y qué hay del gusto adquirido por el fut bol?
Y por el soccer?
Y por el beis?
Que hay de mis horas contigo en el raquet
de mis horas escuchándote hablar de coches
y ver cada carro que pasaba por la calle
admirarlos y sorprenderme, sin saber ni jota de lo que hablabas.

No me digas que no traté de cocinarte lo que te gustaba
hacerte los gustos mas simples, o más extrafalarios.
¿Te acuerdas del chile de amor con sal de cada platillo?
¿Te acuerdas de la poquita mantequilla que untaba en tus lonches?
¿Te acuerdas de los taquitos de frijolitos en harina por las noches?
Y todo eso lo hice por tí
y para tí.

Y ahora me dices, que soy una déspota,
que te doy hueva
que soy intransigente
que soy molesta
que siempre te traté mal
que nunca te escuché
y que no te he tomado en cuenta.

Si toda mi vida cambió
y se dio para tí completa.

Hoy... en la soledad de mi casa, sola como estoy
te recuerdo... recuerdo tus brazos
recuerdo la textura de tu pelo
recuerdo tus labios
tu sabor
recuerdo que muy a pesar de los gritos
y de todo.. me refugiaba por las noches en tu cuerpo
que adoraba abrazarte
y que muero completamente por volver a sentir tus brazos
rodeando mi panza
y tus piernas encima de las mías cuando dormíamos.
Que muero y muero completa el día que tu cuerpo
empapado, me bañe y me talle la espalda 
con tu delicadeza esa de "tallar un camión de ruta".

Porque tu si eres el amor de mi vida
y yo si he aceptado tus groserías
tus insultos
tus palabras hirientes
esas humillaciones
y esos cambios de humor 
los gritos
y te he perdonado las palabra más tristes
y las etiquetas humillantes hacía mi.

Y eso.. por que te amo.
Porque te amo como eres, y así te he aceptado siempre.
Y entonces? A dónde voy con todo esto? Qué necesito de ti?
Necesito de ti simplemente para poder vivir.
Necesito todo de ti.

martes, 12 de julio de 2016

Autoterapia de un restorán.

Amaba ver hasta cómo comías, era un sentimiento indescriptible,.  ver como te llevabas a la boca cada alimento, en especial cuando yo lo preparaba.
Era deleitante, analizar cada movimiento de tu boca, como realmente disfrutabas masticar y saborear.. Por ejemplo la pechuga parmesana de Italiannis, ese día me súper excité al verte disfrutar. Estábamos en Guadalajara. Escondidos de todos.
O cuando saboreabas el chocolate Costanzo recién arrebatado de mi boca, las exquisita cerezas cubiertas que paseabas por mi cuerpo y después derretías lentamente al comerlas.

Amaba todo de ti.
Disfruté cada minuto, cada segundo todo lo que emanaba de ti.

Eso fue lo que me dejaste, un recuerdo diáfano, tenue... de los que de repente saco en las mañanas y disfruto recordar, para llorar todo el día y después descansar.

martes, 5 de julio de 2016

Autoterapia individual III: Tratar de revivir lo ya muerto.

Tratar de revivir lo ya muerto.-   05/07/2016

Tratar de revivir lo ya muerto
es parecido a rogar sin voz alguna
es estar torturando a un cadáver;  insensible, indefendible.
Tratar de revivir lo ya muerto
incrimina sentimientos cansados, absolutos y muy rotatorios
de los que profundizan en la llaga,
de los que se corroen con el tiempo, y laceran.

Tratar de revivir lo ya muerto
es inservible, no tiene caso… Es parecido a rogarte día a día
que me quieras
que me ames
que me sientas tuya... y que insistas, en que nada de lo que te digo
es verdad.

Lo nuestro está enterrado,
lo nuestro es tratar de levantar mil formas
de re inventarlas y hasta cambiarles de color.
Cuando las formas visiblemente se han pulverizado
y lo único que queda de ellas
es mi aferramiento, el aun tenue y ligero olor
de tu pelo en mi cama
y del sentimiento vago de como tus manos
me hacían el amor.


lunes, 27 de junio de 2016

Autoterapia noctámbula III: Nuestra historia.


Una historia,
dos silencios
tres versiones

Y todo lo que tengo de ti se lo lleva el viento.
Y todo lo que juramos durante años se esfuma
en el lento pasar del inconsciente tiempo.

Una historia: El amor
así de cuatro letras, simple, furtivo, real
lleno de sonambulismo
porque solíamos vivir de noche y entregarnos
y sentir que nuestros cuerpos eran uno
y fusionar todas las horas en un solo momento
y desencarnar los más profundos sentimientos.

Dos silencios: tu versión y la mía
esa guerra de poderes, ese imperante ego
lo que nos hizo devastarnos y lo que ha terminado por matarnos.
Dos cuestiones ajenas, porque yo tengo mi historia
y tú la tuya
y olvidamos fusionarnos siempre que llegan las explicaciones
y se divide, y duele, y se torna azul; casi negro.

Tres versiones: Una que tengo aquí adentro,
detenida en un instante, congelada por el ensueño
intentando salir a flote, intentando sentir y fluir y apalancarse
de esa otra versión que tú me das, que no me llena;
que me tiene insensata, esperando, devastada.
Y esta última, esa que está guardada en el más efímero de los sentimientos
esa que me grita y me pide te detenga,
esa versión de ti y de mí que ninguno de los dos conocemos, ni conoceremos
porque hemos dejado el amor atrás, y hemos destruido el silencio
y hemos maltratado todo lo que teníamos y que ahora no está.

miércoles, 22 de junio de 2016

Autoterapia noctámbula II: La hora de la estrella.


Deliberada y automática aparece,
es un punto exacto entre saber que ya es tarde
para sentir que todavía es lo demasiado temprano
o como para salir corriendo y gritar desesperada
“¡no te quiero, si te amo, no te busco,  te necesito!”
Y es que es un pequeño momento,
efímero, irreal, desatendido.
Cuando el cielo se tiñe de gris y no se sabe si es de día
o es de noche, si huele a miedo o a madrugada
ese momento en el que desaparecen todas y cada una de las estrellas
que tiritan a lo lejos y me obligan a salir corriendo.
Siempre se queda una, una prendida como foco, arriba de mí
una luz que brilla y que me desespera, porque esa luz
(juré que jamás lo diría) es el recuerdo de las tardes cálidas
de los besos furtivos
de tus caricias pequeñas
de tus silencios
de tus manos grandes
de tus negros ojos
de todas esas risas
de todo sentimiento
de palabras
de suspiros
de ratos
de momentos.
Y así sobre mi cabeza, brilla
y se mete en mis recuerdos, una estrella blanca; encendida.
y todo se contagia y es ahí donde grito, donde te dejo
y  juro no volver, desaparecer y detenerme.
Esa es la hora de la estrella,
es la hora de ti y de mí y de nadie más
en la más oscura de las noches, fría madrugada
queda una luz que me ilumina
y me recuerda que si soy y estoy aún mirando el cielo
para buscar,
es por el encanto de saberte ajeno, ausente, casi inmaculado.


Si te amé.. pregúntale a la estrella.

Autoterapia individual, lavado de cabeza: Tus formas románticas



Traté de recordarte por tu romanticismo
de esas veces que me decías al oído, “más, más, así, así”
o “voltéate, chúpame, muérdeme”
o de cuando me decías, “no te pongas abajo, súbete arriba
sujétame, estrújame, devórame”
Quise realmente ponerme cursi con esas palabras tuyas
del momento exacto en el que nos amábamos
¿Y sí era amor?
Siempre con tus galanterías, o como diría Vargas Llosa
“guachaferías”, - “ven para acá, te voy a coger”
O tus clásicas “vamos por un rapidín”.
Eso era lo que mi mente claramente recordaba,
estaba impuesta a tus cosas cursis,
De los “te amos, te quieros” no recuerdo nada,
esos eran digamos, básicos entre el diario y el fin de semana.
No logré comprender porque no podía recordar tus cartas
en dónde quedaban las palabras como “soy tuyo, eres mía”
y porque sólo recordaba tú gemir, tú cara de después de hacer el amor.
Y no encuentro explicación, eso es lo que me dejaste
y hoy trato, insistente de recordar ese olor tan particular
de mi cuerpo y el tuyo
de la fusión, del misticismo.
Pero no… ya sólo me queda el espectro
de un romántico loco que me dejó vacía,
que no me dejó nada.

22/06/16

martes, 21 de junio de 2016

Autoterapia: No tiene título, pero te escribo.

Pues ahora ya ni si quiera el color de mi cabello
en rojos destellos y brillos anaranjados
me unen a ti.
Y es que en un arranque de ira, decidí
Que nada de lo que teníamos permanecería.
Hoy, ni el largo de mi pelo, ni la textura de mi piel
Estarán sacrosantos esperando por ti.
Hoy mis labios se liberan,
hoy mi particularidad se extrapola,
hoy ya no tengo nada que ver contigo
y así me despido, en tintes violetas
grisáceos, medios trémulos, pero seguros.
Mi olor cambió definitivamente
y es que eso que tenía de ti se ha perdido en inmensas peleas
en garrafales insultos, en historias que se quedan como recuerdos
y en palabras que por más que quieran permanecer
se las lleva el viento.
Hoy mi cuerpo ha dejado de pedirte
te disuelves como un efímero recuerdo
en el hondo hueco de agua salada
que surcaron en mi cara todas las lágrimas
derramadas por ti.

21/06/16

viernes, 17 de junio de 2016

Autoterapia noctámbula: Nuestras noches.


Nuestras noches.
Siempre cubiertos con el deseo a flor de piel,
siempre sujetando esperanzas que no reviven
que solamente están ahí, merodeando
pero que ya ni si quiera lo son.
Siempre estamos devolviéndonos suspiros
desencantos y destierros.
El minuto más oscuro de la noche nos sirve
para escuchar a lo lejos nuestros cuerpos
y saber que ya no somos nada y que siempre estaremos ahí,
reprochando
necesitando de nuestro inquietante y lujurioso
momento de placer.
Ese placer que se convierte en martirio
una vez que nos tocamos y sabemos que nunca más
estaremos aquí.

17/06/16

jueves, 16 de junio de 2016

Autoterapia hecha poesia: Asi eres.... tú...

Asi eres.

Eres como todas las mañanas
en que yo te ruego y tú me mandas
a la chingada
eso eres

Eres como todas las veces
que te pido compasión
y tú lo único que quieres
es verme muerta, acabada
eso eres

Eres como un beso terminado
en el ocaso de una despedida anticipada
eso eres.
Un minúsculo momento
un vacío interminable
un destello incandescente
y un reflejo de ti
que no te gusta

Eso eres.


16/06/16

Autoterapia para el Erotismo II: Música para hacer el amor.

“Extraño en las tardes, quizás no es amor lo que me hace buscarte”… Terminé de decírtelo al oído perpetuando las palabras con tu silencio. No tuvimos tiempo de mirarnos siquiera, estábamos ahí tan ocupados re corriéndonos el cuerpo con las manos. Intentaba dejarte aislado, pero no podía. Tuvimos apenas unos minutos para decirnos hola y empezó la trifulca. Tuve miedo al principio debo confesártelo, tenía algunos años imaginando, noches enteras re corriéndote con el deseo, fue tan precipitado que el momento en el que tocaste mis labios con los tuyos tuvimos suerte de estar ahí.
La canción se escuchaba a lo lejos, tan cerca que tuve que pensarla para poder digerir “Las decisiones siempre llegan tarde, las piezas que llegan jamás encajan”. El ritmo de todo me rodeaba lentamente, sin necesidad de tocarte más, me sentía ahí tan extasiada y a la vez tan incompleta.”Viajando en la luz, te quiero abrazar, un beso perfecto” Seguía acariciándote aceleradamente, tocando tus manos, tu espalda, tu pelo. Aún con ese olor en el recuerdo, un tanto añejo, un tanto inmaduro… Perfecto. Tuve un momento de estruendo, cuando a lo lejos, esa voz tan delirante titubeaba  “Envuelto en los sueños de inútiles noches, confusos recuerdos”. Y me acordé de mí y de ti, me acordé de todo lo que hacíamos en esa habitación, cosas que jamás habíamos intentado, muy a la prisa por esa premura que nos consumía de hace años. Tuve una sensación, que invadía mis piernas, entre las piernas, esa sensación de calor y de palpitación, constante… Que se hizo uno con mi centro… Y seguía repitiendo, dulcemente “Colores Santos”.
“Quizás no es amor” Y pensaba a lo lejos, muy dentro de mí, esto no está pasando, esto ya pasó; una tarde en un cuarto de hotel del cual no salimos, una noche a oscuras; tumbados en el comedor de mi apartamento… Esto sale sobrando, pensamientos efímeros, confusos, cual si quisieran torturar al más insensible ser humano. Estaban ahí, las había dicho él… “Quizás no es amor” Y tocaste con tus labios mis pezones, y volví a sentir ese húmedo instante entre mis piernas.
“Yo sé muy bien, jamás me entendiste y no lo pretendo”, la voz que a lo lejos dirigía mi orquesta estaba ya mezclándose con lo que yo respiraba, con eso a lo que me sabías. Sabias palabras que intentaron dos o tres veces que abriera los ojos, visualizar que esos dos cuerpos desnudos, no tan perfectos ya no tenían ni 18, ni 20, ni 25 años. Un espejo en la pared me hizo verme a los ojos; ojos verdes que brillaban como los de una quinceañera, deseosos de verme más al espejo, como una loca, ocultándome.
“Dulce es el viento, sopla en mi corazón… Arrastra olvidos y no regresas”. Casi a punto de terminarme, casi a punto de sentir el más fuerte de los estruendos tuve por un fractal de segundo en mi cuerpo húmedo la sensación más fría antes sentida, ese momento en el que los cuerpos se mezclan, se revuelven, se hacen trizas, desperté. Yo no fui la que lo dijo, de eso deberás estar seguro siempre, yo no tuve la idea y sus palabras entraron así, bien directas, derechitas  “Quizás no es amor”.
“Cambiar las palabras, mejor no jugar, promesas cerradas, cambiar las palabras… Quizás no es amor”. Y el que me terminó primero fue el de la voz distante muy cercana, ese que sin más preámbulo terminó con lo que tú y yo habíamos empezado como 1 hora antes, eso que se disfrutaba porque ya no se sabía a qué se sentía, eso que estábamos consumando en aquella alfombra gris, eso que en ese preciso momento estaba por terminar ahí, sin foto para el recuerdo; tan constante, tan oscuro y peligroso… Eso que me hizo recordar que no soy tuya y que no eres mío y que así, como no queremos estar, nos vamos a quedar… “Quizás no es amor”


10 de Diciembre, 2011. 

lunes, 13 de junio de 2016

Autoterapia de conciencia.....

De mis locuras y aventuras debería de escribir un libro... Empezaré con decir que si Dios me hubiera hecho normal, estaría limándome las uñas en el salón de belleza, o quizás tomándome un té con el dedito levantado en señal de elegancia. O quizá estaría pegada al teléfono, hablando de Chuchita Perez y de Menganita Gómez.

Pero no.. mi condena fue no poder tener el raciocinio suficiente como para liar con esas cotidianidades tan importantes, Tendré que conformarme con una mente revolucionaria y las ganas imperantes de no querer sentirme una más.. Tendré que refugiarme en la lectura, en la música y en el deseo de poder cambiar un poco lo que ha mermado y desquebrajado el mundo; para poder así.. hacerlo.


sábado, 11 de junio de 2016

Autoterapia III: Frases y dichos.

...Si he de volver a enamorarme de ti, que no sea en esta vida, pero tampoco me condenes a las que siguen...

... Que el interior de mis sentidos desaparezca al sensible parpadeo de un recuerdo que ya no está. Que todo lo que haga sea único e irrepetible, que todo simplemente se quede estático. Que no duela.

.... All I dreamt about this, and today it's just a rare image, like and old picture, like a bad kiss.

...There´s something indeed in between your eyes and your hands, and that's me.
Im taking a ride with my best friend. 
I hope I never let me down again.....



lunes, 6 de junio de 2016

Indiferencias.

Y hoy así,
soportándonos un día más, te vuelves a despedir.
Tan indiferente, como siempre
te tiendes en el sillón y me miras.
Tus ojos negros, centinelas, grandes, decididos; me ven
y cubro en un flash rápido
todo sentimiento de tu mirada que aniquila.

Y hoy así,
nuevamente me dijiste todas esas cosas,
removiste cenizas que yo ya disolvía
y decidiste que no puedo olvidarte
y me hiciste retumbar y sentir toda esta rabia
y necesitar de tus palabras que lastiman
y añorar esas manos en mi cuerpo
y sentir que contigo o sin ti, somos nada.

Y hoy así,
Tan seguro, tan hombre, tan marica y tan todo
como eres cuando me lastimas
decidiste que pelear es mejor que olvidarme
que dejarme con este sentimiento apaciguado
y viniste aquí y me hiciste revivir
y rodar una lágrima efímera, salada, desmesurada
al compás de mis mejillas.

Y hoy así,
yo te pido que te apagues, yo te pido que te vayas
que me dejes continuar, deslumbrada en mi camino,
porque hubo fuego y cenizas quedan,
pero este fuego de mi amor por ti, peligra
porque las cosas que tu me has dicho
las cosas que tu me has hecho
no se las deseo ni al peor de mis enemigos.
Esas cosas que me hacen odiarte y amarte siempre,
esa fuerza tuya de alejarme y atraerme
cual conejillo de indias.

Hoy ya no, ya no quiero, no.

06/06/2016

jueves, 26 de mayo de 2016

Autoterapia para el erotismo: Fantasía e Imaginación

“Cuando el cuerpo no espera
lo que llaman, amor.
Más se pide y se vive,
Canción animal”.
(Cerati, 1990).

Un día de mi vida a veces resulta monótono y regular. No puedo descifrar con exactitud, todo lo que se adjunta, alternamente a mis sentimientos y mis pensamientos diariamente. No puedo. Sin embargo, trato de deglutírmelos.
Cuando ha pasado el día agobiante y tengo la oportunidad de merodear en mis sentimientos, me sensorializo, me detengo un poco, porque tengo tiempo y no se ocupan de robármelo. Me recuesto, ya en ropas para dormir, metida entre las sábanas, me ruborizo al comenzar la trifulca diaria. Nada de lo que me apene, pero si me martiriza. A lado mío, un cuerpo dormido, pacífico, un tanto paquidermo, tierno y solitario. Lo visualizo y me detengo en su espalda, paso mi mano a través de su piel dormida y acaricio. No hay signos de vida en ella. Pareciera que quiere desertar y desecharme. Vuelvo a intentarlo, pero sin más respuesta que un movimiento inusual, observo al que duerme y prefiero dejarlo tranquilo. Está cansado.
Pero todas estas ganas me energetizan, me llenan de vida y de calor. Estoy sola sin estarlo y me ocupo en acompañarme de lo único que me queda a esta hora: imaginación.
Imaginación me acompaña y me acaricia. Llega tan inusual que desespera. Llevo tanto esperándola que me inquieto al sentirla. Cuando cierro los ojos me visita. Paso las sábanas por mi cabeza hasta llegar al borde de la almohada. Imaginación me besa tranquila, coloca una mano sobre mi cadera, o a veces en mi nalga. Siento el rojo: Imaginación se posa desnudo a lado de mi cuerpo, casi desnudo, solo falta que acabe yo con eso. No todas las noches es lo mismo. A veces se desliza rápidamente, logra llegar y entra, cuestión de dos minutos, se ha terminado. Otras veces, es paciente y espera, comienza a sondearme y refrescarme con ideas nuevas, técnicas que aplica sin inhibiciones y yo las acepto. Imaginación me toca una canción con los dedos: “Cada lágrima de hambre, el más puro néctar, nada más dulce que el deseo en cadenas”. Estoy temblando. Susurra a mi oído palabras intocables. No tarda en hacer lo suyo y yo, me reviento, las ganas me corroen y comienzo a invitar a quién tanto me hace falta: fantasía. Fantasía e Imaginación juntos. Fantasía me pide que lo atrape entre mis piernas casi en automático. Imaginación me pide que espere y que viaje junto con él. Fantasía desesperada me aborda y lo recorro, lo acaricio, lo muerdo, lo lamo, lo sobresalto, desesperada pido atraparlo. Imaginación me calma y me aborda, invento caricias nuevas, le hago un touch casi espontáneo, saco nuevas técnicas y se las aplico, revoloteo entre su pelo y toco lo más sagrado de su cuerpo, lentamente con el borde de mi lengua se lo acaricio. Es la tentación que se levanta, que poco a poco responde a los estímulos que voy inventando, se hace grande, se llena de ganas. Fantasía me pide montarlo. Pero no, respondo un poco más a Imaginación. Sigo lamiendo y acariciando, hasta que siento que su parte sagrada reventará, espero y lo canonizo: se un santo. Dejo que me ataque, y liberal, le pido me haga suya en cualquier instante. Entra en mí. Me hace como quiere, me toma, me jala, me estruja, me envuelve. Fantasía no quiere terminar, no llega a terminar, más Imaginación, ayuda. Se piensa en lo prohibido, en lo inaceptable, siguen merodeando canciones en mi mente-stereo: “Una eternidad, esperé este instante y no lo dejaré deslizar en recuerdos quietos, ni en balas rasantes, que matan”. Come de mí. Sigue adentro, en pie a los estímulos que Fantasía e Imaginación se traman. Acaricio mi parte sagrada al mismo tiempo que está adentro y me retumba, me cabalga. Sólo nos resta acabar, no tienen que haber muchos inters en esto. Y como todo es más intenso se empieza a sentir, a vivir el estallido de lo que ha llegado a la cumbre y pretende bajar. Llega, llega, no pares. “Entre caníbales, el dolor es veneno, nena, y no lo sentirás hasta el fin. Mientras te muevas lento y jadees el nombre que mata” Ahhh. Stop.
Imaginación se despide de Fantasía, ambos me observan exhausta y me dejan dormir. Y se van, los espero mañana si todo sigue como hoy.

Y todo esto pasa, en la cama que entrego mi cuerpo al cuerpo que duerme a veces y me reclama: soy suya. Pero hay algo que siempre volverá a mí, son dos los amantes  que no se alejaran por un buen tiempo: Fantasía e Imaginación. Espero a que sea mañana.

Autoterapia del recuerdo....Esta no es una noche normal Rogelio.

del 2001

Esta no es una noche normal Rogelio.

¿Sabés que es importante para mí decirte todo esto?
¿Me estás escuchando?
Y es que uno empieza siempre por lo más fácil, empieza por el trago más tenue pero libidinoso de lo que la vida nos puede dar a probar, y como consecuencia la primera vez tenemos  con que el beso es beso cuando se mezcla la lengua, o que el alcohol es delicioso cuando uno se pone la primer borrachera.
Ya sé que mis ejemplos no te son claros Rogelio, pero quiero explicarte todo esto como siempre te he explicado todo, tranquila, sin prisa. Quiero aprovechar los últimos minutos que pases conmigo. ¿Me puedes dar una hora? Una nada más. Rogelio,  ¿me estás escuchando? Sabés que me gusta que me miren a los ojos Rogelio.
Cuando empezamos con todo esto éramos dos desesperados ay, ya sé, el primer beso fue a la segunda cita, pero después de esto nos hemos visto casi tres años consecutivos. Hum. ¿Qué por qué me fijé en ti? Me gusta tu forma de hacer el amor, siempre me ha parecido chistosa, sí, sí, chistosa, y es que no te imaginás las caras que hacés al momento, eres expresivo y lo sabes. 
Bueno,  pero ese no es el caso Rogelio, no es el caso hablar de las experiencias que tenés en la cama, pero vos sos irresistible y luego amaneces tendido tan niño sobre la cama, con el cuerpo desnudo, oliendo a ti y a mí al mismo tiempo, en fin.
¿Hace cuánto hicimos el amor?
Ah, sí, fue anteayer y me dijiste que querías irte pero no te hice caso, uno siempre sueña en esos momentos, como yo cuando me pongo necia con la música y mis sueños frustrados, pero te diviertes y te ríes hasta morir cuando descansamos y yo siempre hablo como loca, hablo y hablo, ¿Pero verdad que te divierto?
Hay veces que  yo me divierto sola, sabés que la soledad siempre ha sido mi compañera fiel. Siempre hasta cuando estoy contigo . Me he dado cuenta de que sos como los gatos, ya sé, siempre con mis ocurrencias estúpidas, pero a veces sirven Rogelio, y esto del gato es cierto, callás, siempre callás y observás hasta el más mínimo detalle, siempre intuís todo y llenás a tu manera tu vida.
Anda sírvete un poco de whisky.
Anoche que me quedé esperándote pensé tantas cosas, algunas estúpidas, otras felices, hasta me puse a llorar, y no,  no ando en mis días, los hombres y sus conjeturas  machistas. Anoche la soledad volvió a mí con toda la intensidad de la palabra, fueron tantas cosas, como la primera vez que te vi esa noche de estrellas escondidas y luna llena. ¿Te acuerdas del cuadro de Ramón Prats que tanto nos gusta? Anoche lo estuve observando en su falsa representación que tengo en la sala. Me di cuenta de todos los juguetes que tiene escondidos y que jamás encontramos, de los colores efímeros que encierra, de la madurez de sus formas extrañas, de los sueños abstractos... ‘ Incandescencias Infantiles’, como diría el autor. Pero anoche lo vi diferente y supe que empezabas a alejarte y que yo ya no podía hacer nada. ¿Por qué no pudimos verlo así?
Y es que uno va creciendo Rogelio, y deja atrás la seriedad juvenil para convertirse en un serio de verdad, que disfruta solo y se tiende a la nada cubierto de recuerdos y de nada que esperar... Anoche ya no esperé nada... Nada.
Sabés que a veces no espero nada de mí, que me aburro de mi mente imaginativa, que quiero abandonarme y salirme de mi cuerpo que no me gusta pero que adoro. No me gusta, sin embargo eres el único que lo conoce tan bien, sabés cada recodo de mi cuerpo blanco, de mi piel sedienta. Sabés que cada tatuaje dibujado tiene una ruta específica, que adoro que me toques la espalda y me beses los hombros, que odio mis brazos y mi panza. Como cada mañana que miro al espejo y desdibujo partes para trazar otras. Pero así conoces mi cuerpo y espero que conozcas un poco mi alma.
¿Qué, ya sólo me queda media hora?
Anda sírvete otro whisky, deja que hable y calla treinta minutos... Déjame abrazarte en la mente con las palabras.
Pensaba, ¿por qué este hombre llegó a cambiar todo lo que tengo? Y sinceramente, no te ofendas Rogelio, no encontré respuesta. Al principio pensé que era por lo carnal, después por tu sonrisa, por tu voz o tu mirada, por esos ojos negros que se pierden con la noche, hasta pensé en tus pies y en tus manos, pero no encontré respuesta. Luego traté de suponer que fue porque los dos necesitábamos compañía. Pero no,  cada cual tenía  algo o alguien en que ocuparnos... Le daba vueltas al asunto y no encontré nada. Somos tan opuestos  que ni la forma de tomar el café o tomar los cubiertos hacemos igual. ¿Por qué tres años? Menos me explico, pero me han gustado y los he odiado como nunca. Sí, ya sé, si tú no me buscabas yo iba hacía ti y viceversa, y no creo que haya sido rutina, porque nunca fuimos nada... Ni seremos.
Nos gusta hacer el amor y cantar al alba, tú con tu gente y yo con la mía, siempre distantes pero juntos en todo... Soñando, viviendo, disfrutando.
Anoche pensé que no han sido en vano estos tres años, que sólo tu sabes de que lado me acuesto y que despierto despeinada, que me gusta contar estrellas en voz alta y ponerles nombres inventados, que salgo y camino hablando completamente sola y que escucho las canciones incompletas porque me aburren todas.
Sí, yo sé que te gusta el color azul por encima de todos los demás, y que prefieres el café  amargo y negro  en sorbos grandes para quemarte la lengua, que adoras bañarte en la madrugada y disfrutas leer con la televisión encendida... ¿Todo esto nos ha dejado estos tres años?
A veces pienso en hacer una historia contigo, de tu incansable colección de tarjetas de presentación y mi frenética obsesión por los bolígrafos de tinta negra. De tus zapatos rotos y mis sandalias rosas. De tu camisa playera que tanto odio (sí, son esas cerezas rojas las que no soporto) y mi bata de franela  afelpada  color menta que tanto batallas en quitar. De todo eso y más... De mi risa interminable y tu silencio inquebrantable, de todo eso y más.
No, no Rogelio, no pretendo detenerte, hoy no, ni mañana, ni nunca, pero pienso que te voy a extrañar, a ti y a tus besos mañaneros, a tu pasta de dientes bicarbonatada y tu loción duradera, ese olor tan tuyo.
No me digas nada, sabés que hablo por hablar a veces, que me tumba la imaginación y las palabras.
Anda, vete. Y cierra la puerta al marcharte, que hoy no pienso que entre la soledad a mi casa, ayer estuvo aquí y me dejó una buena dosis, yo creo que para toda la semana. Te va a dejar el camión Rogelio, ¡Ay! Ese pánico tuyo a los aviones.
Y por favor, no te olvides de cerrar la puerta, ¡Ah! Y échale llave.

Chau Rogelio... Chau...

Cerati y yo

Canto bajo relieves
Bajo tu piel que infinita se convierte en nada
Nave tierra sigo tu voz
Que se aleja constante, no lo es más.
Bailo brotado de ilusión
Permanecen los sueños, tus besos en mi piel.
Un sueño tibio para los dos
No nos queda más.

Que otra cosa es un árbol
De infinitas alabanzas
Más que libertad
Lo que ahora existe entre los dos.
Y si te abrazo es para sentir
Y sentirte pegado a mi piel transparente
Que a nuestro amor
Por un segundo nada más
Nunca podrán sacarlo de raíz
Solo palidecerá
Sacarlo de raíz
Palidecerá.

Que  a nuestro amor nunca podrán;
Se debilitará
Sacarlo de raíz;
Palidecerá.
Sacarlo de raíz.

Febrero de 2001.


Ana...ella.

Para mi hija, Ana Lucía...

Eres mío, mil veces, mío. No hay manera de apartarte de mi mente, estás conmigo, cada centímetro que recorro, estás presente. Indiscutiblemente, estás.
El agua fría recorre mi cuerpo bajo la regadera y me acaricio, me abrazo, sé que sientes esto que hago por ti y por mí, imaginariamente te acaricio, porque sé que sintonizas cada trozo de mi piel que te dibuja siluetas en todo el  cuerpo. Hoy quiero volver a ser todo lo que nunca pensé pudiera, quiero alcanzar los enigmas que no he podido desabotonar de mi alma por nervio  a todo lo que se avecina, ya no tengo miedo de nada, sólo sé que existes y puedo sentirte. Puedo llenarme de tu esencia que se transpira en mi piel por el aire que respiro y me llena de vida, cada instante de mi tiempo está dedicado a ti, hermoso, no puedo dejar de imaginarte, de abrazarte, de llenarte de caricias, de desesperados besos que se transforman en ilusiones de un futuro que nunca crearé infeliz por ti y para ti. Y desde el primer momento que supe que estabas constante y presente en mi vida te quise,  cada día que pasa y te siento más mío, más vivo te adoro mil millones más de lo que lo hacía antes, ya no sé si la luna tiene cabida para esta felicidad que tan desbordante se sale de mi alma cuando te acaricio, cuando lleno de hermosas palabras tu presencia, porque aun que no puedo abrazarte ahora mismo, te abrazo con las ideas y con el hermoso esperar impaciente. Sabré esperarte, porque no hay nada más hermoso en mi vida que tú, centro de mi universo y de todo mi existir, quiero que aprendas tantas cosas, quiero que ames tanto, que sientas, que seas y por el momento estás aquí, dentro de mi cuerpo, aprendiendo a ser fuerte, preparándote para todo lo que venga, para el día de tu primer estancia aquí en la tierra, entre mis brazos nada te pasará, sabré llenarte de eso que sólo las madres podemos dar, eres mío, de nadie más, duerme tranquilo esta noche hijo mío, llegará el día en el que te arrulle y duermas entre mis brazos, por el momento, sabré esperar.

A.G.M

16 de Julio de 2001. 

Cuento corto... El Norte y el Sur

De esos que escribía años atrás.
Del 2000 algo..

El Norte y El Sur.

Convivimos, ciertamente, convivimos. Teníamos tantos sueños en la punta de las ilusiones, teníamos tantas esperanzas y tantas cosas que esperar, descubrir, imitar, añorar, superar. Pero al fin y al cabo, convivimos, y eso es lo que a los dos nos ha dejado este amor que por azares del destino se ha convertido en una especie de odio, necesidad, obsesión, enfermedad...

¿Creés que sería capas de mataros?

Frida Alfaro sacó de su bolso un cigarrillo y lo encendió con dificultad, por el aire que no cesaba y la lluvia que comenzaba a caer. Se escuchaba a lo lejos los ruidos de niños jugando, los perros que ladraban sin cesar y los gatos maullando, previniendo una tormenta, un gran chubasco. ¿Vos vas a creerlo? Se escuchó su voz otra vez, rompiendo el silencio que los rodeaba a ambos.
Eres capas de todo Frida.

La voz del hombre quebrantó la de ella, y en un sollozo comenzó a llorar. Eres capas de todo eso y más, eres capas de amarme, de odiarme, de salirte,  de entrar y de no pedir permiso para difundirte en mi alma, de llenar mi vida de lamentos y alegrías, con tu voz y tu mirada, eres capaz de distorsionar a este hombre que no ha hecho otra cosa más que amarte. Solía escucharlo con su argumento preferido y reprochable. Frida encendía de nuevo otro cigarrillo y esperaba a que dieran las diez. Mariano seguía llorando y hablando y recordando.
¿Ya no puedo hacer nada por ti,  verdad? Frida tomó las maletas y cerró la puerta del jardín.

Se ha ido, se repitió en la mente una y otra vez, se ha ido, se ha ido, se ha ido. La lluvia cayó en seco y el aire se fue tras de ella.

La pistola quedó en la mesa del jardín, solitaria. Mariano la observaba mojarse y él se mojaba también. La lluvia helada y densa caía al compás de la noche, al compás de la luna que le observaba en el silencio abismal, cuando los gatos y los perros se refugian para no mojarse y los niños se guardan en casa para secarse. Los niños y esa oferta que jamás aceptó Frida. Frida fuerte, Frida fría, Frida muerte, Frida mía.  Esa pistola pequeña y esa muerte espesa.

La noche siguiente permaneció en silencio, la noche siguiente y la semana completa, los meses. El silencio interminable de las horas falaces que pasan continuas, como vagas explicaciones sin razón, sin vida, sin movimiento. Intermedias y frías, Irracionales. Incompletas.

Mariano salió a la luz, y con él salieron tantos recuerdos. Al llegar a Puerto Chico, sintió un alivio inquebrantable, pero a la vez le apretaba el cuello como soga triste. Traía con el una pequeña maleta, con tres pantalones y un juego de camisas, bermudas y calcetines. Unos tennis viejos. Ciertamente tenía pocas cosas que hacer...
“Tú me hiciste creer, pasaste una mano por mis ojos para empañar la luz primera”

Siempre constante, en el recuerdo que se desvanecía, que florecía con la luz de la mañana, con el reflejo de sus ojos que embellecían el cielo, que galanteaban la estela universal del alma. Así son los ojos de Frida.
“Tú me hiciste creer, abriste tus manos como un nido, para guardar en ellas mi corazón”
Es difícil olvidarla.
“Y que ya nunca pudiera ver más que no fueran tus ojos”.

Tengo miedo de perderme en tu omnisciente presencia. Me haces falta, sin embargo me doy cuenta que cada ves que te pienso mas te tengo más miedo.. Tengo adoloridas las manos de tocarte en silencio sin estar a mi lado, tengo seca la boca de tanto besar tus labios invisibles. Todo por esa obsesión tuya.
“Como ahora ya no quieres nada, ni arrebartame el cuerpo, ni ver mis ojos, ni guardar mi corazón, voy a morir”
Tu me hiciste creer en el amor.

El día llega cuando los barcos atraviesan el puerto con su sonido infernal y tambaleante. Esas luces que se reflejan en el mar cuando apenas amanece, cuando apenas se asoma el reflejo incandescente del sol... Rojo.
 Mariano Duncan,  el hombre reflexivo que siempre solía temperamentar su carácter, argumentar sus sentimientos, ahora reflejado bajo la desesperación y la abstinencia. La completa soledad que lo  rodea con tremendos cristalazos de dolor enterrados en su corazón que no deja de palpitar por un adiós interrumpido.
Dios de guerras perdidas y almas encontradas. Así era Mariano, y así extrañaba a Frida.

Cuando llegaba medio día, solía desaparecer por la playa, se vislumbraba a lo lejos su silueta delgada caminar en la orilla del espejo azul, impetuoso. Iba pensativo, formando ideas que clandestinamente se colaban entre las olas, entre arena y sal. Cautelosamente sacaba una manzana de su morral tejido con cintas de colores y estambres afelpados, le daba una mordida y retumbaba cada centímetro, cada pedazo de  la jugosa fruta prohibida entre sus dientes, al compás de su masticar, su cuaderno en el que escribe... ya no está en blanco desde hace unos días.

“A lo lejos se escucha un mariachi nostálgico. El aire fresco que recorre mi mundo invisible, se llena de guitarras, trompetas y hombres que no dicen nada, sólo interpretan un lamento invisible, revuelto en llanto y recuerdos".

“Nostálgico a lo lejos se escucha un mariachi.  No comprendes todavía como es que se llena de infinito la estupenda fracción de tiempo que me acongoja, que me va matando cautelosamente, lento, como el firme pasar constante y metódico del olor de tu pelo sobre las olas del mar”.

Mariano Duncan se perdía horas caminando, encontrando un refugio adecuado a sus posibilidades en procesos de olvidar. No es tan fácil como todos lo imaginan, no es fácil cuando se trata de una mujer como Frida. La misma Frida que se retrata impotente en el cuadro vital del alma de un refugiado en pena. Frida fuerte. Lejos, llena de astutas premoniciones y pensamientos. Lejos, como todo lo que se lleva el mar. Allá donde los sueños no tienen cabida para nada, allá donde se sondea una retrospectiva totalmente distinta a lo que el arena y la sal arrastran. Tiempo lejano que se mezcla con todo aquel que intenta retenerlo.
Una canción que suena a lo lejos...
“Te llevaré el amor, te llevaré en silencio, aprender que tu boca es la puerta del miedo, descubrir que tu voz, son los peces del viento”.

Frida y Mariano. Mariano y Frida. Hemos escapado de la nada, convertidos en cal. Así estamos. Yo no entiendo dónde va a parar esto que irrevocablemente se tiñe de negro, de fragmentos estrellados con constantes intuiciones de amor. El amor que se maltrata a si mismo.
“Celebrar el naufragio,  desatar al destino, olvidar frente al mar que lo mismo es distinto, que morir es llevar nuestro amor al abismo”.

Tiene el encanto de la  Virgen retratada sobre lienzo y pétalos de rosa. Tiene el corazón de asesino carnívoro y devorador, el alma pura como el agua de manantiales repletos de la nada insolente.

Cuando Mariano regresó al Puerto Chico, después de tanto tiempo fuera, sintió un gran alivio, casi como si fuera invisible el agua que pisaba, sin la densidad que sentía por el aroma que lo llenaba de nostalgia. Tranquilo, recorriendo las pequeñas calles infestadas de gente que hablaba y hablaba, con gritos de niños y desquiciados. Él no estaba desquiciado. ¿Quién argumenta que el amor es una locura? ¿Quién se atreve a llamarle estulticia? El engaño que particularizaba esta historia que se unía rápidamente, intentaba sanar y rescatar una parte de su masculino actor destructible. No se trata de terminar como con las pequeñas historias de amor que se escriben a lo largo de una noche, de un momento que cruza por la vida de un ente sentimental. Ese no es el caso de este hombre que inventa su propia historia, que le da seguimiento propio. 

“Me marcho y no pienso en la vuelta, tampoco me apena volver,  dejo atrás”.
“Pero allá adonde voy me llaman el extranjero, dónde quiera que estoy, el extranjero me siento”.

Irrefutables momentos de gran tristeza, y Mariano que camina lento entre la gente, se pierde, es un punto minúsculo, un don nadie, ¿Quién se acuerda de él? Tiene los ojos tan pálidos como el color de la piel enfermiza, del dolor desenterrado.
¿Quién dice que Frida no desata sus pasiones en cuerpos difusos y mal intencionados? Ella no es paloma blanca, ni dulce criatura, no te confundas.
Conforme el tiempo pasa, más diminuto te vuelves, ya no puedes verte caminar en las calles de ese pueblo pequeñito, ya no se siente tu respirar y tu jadeo en el aire caliente que danza.
Se cae despampanante en la calle, sudoroso, casi temblando y nervioso.
Presiente algo.
Como puede logra levantarse, ya en pie, continua a pasos lentos, sobre la banqueta infernal que le quema los pies.
Llega a la casa, se hecha en la cama, enciende un cigarrillo que no consume porque no fuma, pero son de los cigarros que Frida acostumbra fumar. El olor hediondo, que le llena los pulmones de libertad y sensualidad.
“Es ella”.
El recuerdo que se convierte en rutina.

La noche se acerca y no tiene en el estómago nada más que las reseñas digeridas de una manzana roja... No se siente el hambre. Hace calor, pero la noche refresca.
Miro el mar que llega por mi ventana. Miro el mar que se acerca a mi. ¿Será azul? ¿De qué color es el mar?.
Se abre la puerta con el viento que corre. Es violento, sin embargo la noche se presta para disfrutar. Sacar de raíz un amor; imposible.
Salió de la casa con aires de grandeza, sentía miedo cauteloso y remordimiento. El mar entonaba una melodía sigilosa.  Redondilla. Veinte metros lejos de la casa, sigue caminando, sigue  en marcha.  Y de repente el agua tibia que toca sus pies, los acaricia con la espuma que Venus y Zeus han dejado en  Afrodita, así, acaricia sus pies. Mariano Duncan, ¿Dónde estás?
Y su cuerpo comienza a sentir que el agua lo moja, lo asusta, pero sigue caminando, en la confusión que irrevocablemente se transforma en adrenalina.

“... Siempre juntos, hasta que llegaste con tus aires de grandeza y quisiste separarte de mi cuerpo, yo siempre te abrazaba al amanecer, siempre te decía “Te amo”, siempre te besaba en silencio, y tú... Tú no me dejabas dormir con todo lo que destellabas, siempre, lúcida y transparente, dormías, y yo, enamorado te cuidaba...Eres superficial...”

El agua se extendía por sus pies, por sus piernas, casi por las rodillas, cálida y temblorosa, como sus manos. Tenía el corazón en la punta de las ilusiones, el hambre y el deseo.

.”... Yo no quiero morir aquí, de hecho no pienso hacerlo, pero tu vos me esta diciendo que vaya a verte, mira, tus cabellos se ven aquí, están aquí, yo los veo, siento un poco de frío, siento un poco de hambre, siento ganas de tenerte aquí, encima de mi cuerpo que reclama que te vea deambular en lo invencible, porque hay veces en las que ya no puedo conmigo, con mi patética, frenética manera de repetir las cosas desmesuradamente...”

Continua subiendo, continua, continua. Siente el hervor de tu vientre contra el agua, siente la penosa necesidad de seguir caminando. Caminando, caminando, caminando. Retuerce tu  vida en un santiamén, en un vaivén que se desanima en fracciones particuladas de alma en pena, en pasos inanimados, inertes y solitarios. El agua sube. Sube también.

“...Lleno de reflejos que nunca volverán.. uno, dos, tres, me llaman el extranjero, de aquí no soy, jamás seré, jamás serás Frida...”

Su rostro se llena de lágrimas que llenan el mar.

“...ya no puedo ver nada, nada mas allá de lo que veo aquí , azul, verde, blanco, espuma, amor, odio, tedio, suspenso, indagación, incandescencias, fealdad, estupidez, superfluo; todo se tiñe de azul, de el olor a cabello en el mar, tengo tanto frío, pero siento paz, siento paz, porque creo que te estoy viendo, vienes caminando hacía mi, con la pequeña maleta con la que te fuiste cuando llovió a cantaros. Es por eso que pienso que el mar se transforma en lluvia con el llanto de las sirenas que se parecen a ti, es por eso que siempre sueño con tus labios blancos, con mis ilusiones frustradas, tengo frío...”

Ya no logro verle.

“¿Mariano? ¿Dónde estás? Llevo casi dos meses buscándote, si, esta es tu casa, ahí está tu cuaderno azul. Que bueno que te encontré, tenía miedo de que me olvidaras, pero siento que aun huele a mi. Gracias por comprender. ¿Mariano? ¿Dónde estás? ¡Mariano!
¿crees que sería  capas de mataros?”.


FIN