jueves, 26 de mayo de 2016

Autoterapia del recuerdo....Esta no es una noche normal Rogelio.

del 2001

Esta no es una noche normal Rogelio.

¿Sabés que es importante para mí decirte todo esto?
¿Me estás escuchando?
Y es que uno empieza siempre por lo más fácil, empieza por el trago más tenue pero libidinoso de lo que la vida nos puede dar a probar, y como consecuencia la primera vez tenemos  con que el beso es beso cuando se mezcla la lengua, o que el alcohol es delicioso cuando uno se pone la primer borrachera.
Ya sé que mis ejemplos no te son claros Rogelio, pero quiero explicarte todo esto como siempre te he explicado todo, tranquila, sin prisa. Quiero aprovechar los últimos minutos que pases conmigo. ¿Me puedes dar una hora? Una nada más. Rogelio,  ¿me estás escuchando? Sabés que me gusta que me miren a los ojos Rogelio.
Cuando empezamos con todo esto éramos dos desesperados ay, ya sé, el primer beso fue a la segunda cita, pero después de esto nos hemos visto casi tres años consecutivos. Hum. ¿Qué por qué me fijé en ti? Me gusta tu forma de hacer el amor, siempre me ha parecido chistosa, sí, sí, chistosa, y es que no te imaginás las caras que hacés al momento, eres expresivo y lo sabes. 
Bueno,  pero ese no es el caso Rogelio, no es el caso hablar de las experiencias que tenés en la cama, pero vos sos irresistible y luego amaneces tendido tan niño sobre la cama, con el cuerpo desnudo, oliendo a ti y a mí al mismo tiempo, en fin.
¿Hace cuánto hicimos el amor?
Ah, sí, fue anteayer y me dijiste que querías irte pero no te hice caso, uno siempre sueña en esos momentos, como yo cuando me pongo necia con la música y mis sueños frustrados, pero te diviertes y te ríes hasta morir cuando descansamos y yo siempre hablo como loca, hablo y hablo, ¿Pero verdad que te divierto?
Hay veces que  yo me divierto sola, sabés que la soledad siempre ha sido mi compañera fiel. Siempre hasta cuando estoy contigo . Me he dado cuenta de que sos como los gatos, ya sé, siempre con mis ocurrencias estúpidas, pero a veces sirven Rogelio, y esto del gato es cierto, callás, siempre callás y observás hasta el más mínimo detalle, siempre intuís todo y llenás a tu manera tu vida.
Anda sírvete un poco de whisky.
Anoche que me quedé esperándote pensé tantas cosas, algunas estúpidas, otras felices, hasta me puse a llorar, y no,  no ando en mis días, los hombres y sus conjeturas  machistas. Anoche la soledad volvió a mí con toda la intensidad de la palabra, fueron tantas cosas, como la primera vez que te vi esa noche de estrellas escondidas y luna llena. ¿Te acuerdas del cuadro de Ramón Prats que tanto nos gusta? Anoche lo estuve observando en su falsa representación que tengo en la sala. Me di cuenta de todos los juguetes que tiene escondidos y que jamás encontramos, de los colores efímeros que encierra, de la madurez de sus formas extrañas, de los sueños abstractos... ‘ Incandescencias Infantiles’, como diría el autor. Pero anoche lo vi diferente y supe que empezabas a alejarte y que yo ya no podía hacer nada. ¿Por qué no pudimos verlo así?
Y es que uno va creciendo Rogelio, y deja atrás la seriedad juvenil para convertirse en un serio de verdad, que disfruta solo y se tiende a la nada cubierto de recuerdos y de nada que esperar... Anoche ya no esperé nada... Nada.
Sabés que a veces no espero nada de mí, que me aburro de mi mente imaginativa, que quiero abandonarme y salirme de mi cuerpo que no me gusta pero que adoro. No me gusta, sin embargo eres el único que lo conoce tan bien, sabés cada recodo de mi cuerpo blanco, de mi piel sedienta. Sabés que cada tatuaje dibujado tiene una ruta específica, que adoro que me toques la espalda y me beses los hombros, que odio mis brazos y mi panza. Como cada mañana que miro al espejo y desdibujo partes para trazar otras. Pero así conoces mi cuerpo y espero que conozcas un poco mi alma.
¿Qué, ya sólo me queda media hora?
Anda sírvete otro whisky, deja que hable y calla treinta minutos... Déjame abrazarte en la mente con las palabras.
Pensaba, ¿por qué este hombre llegó a cambiar todo lo que tengo? Y sinceramente, no te ofendas Rogelio, no encontré respuesta. Al principio pensé que era por lo carnal, después por tu sonrisa, por tu voz o tu mirada, por esos ojos negros que se pierden con la noche, hasta pensé en tus pies y en tus manos, pero no encontré respuesta. Luego traté de suponer que fue porque los dos necesitábamos compañía. Pero no,  cada cual tenía  algo o alguien en que ocuparnos... Le daba vueltas al asunto y no encontré nada. Somos tan opuestos  que ni la forma de tomar el café o tomar los cubiertos hacemos igual. ¿Por qué tres años? Menos me explico, pero me han gustado y los he odiado como nunca. Sí, ya sé, si tú no me buscabas yo iba hacía ti y viceversa, y no creo que haya sido rutina, porque nunca fuimos nada... Ni seremos.
Nos gusta hacer el amor y cantar al alba, tú con tu gente y yo con la mía, siempre distantes pero juntos en todo... Soñando, viviendo, disfrutando.
Anoche pensé que no han sido en vano estos tres años, que sólo tu sabes de que lado me acuesto y que despierto despeinada, que me gusta contar estrellas en voz alta y ponerles nombres inventados, que salgo y camino hablando completamente sola y que escucho las canciones incompletas porque me aburren todas.
Sí, yo sé que te gusta el color azul por encima de todos los demás, y que prefieres el café  amargo y negro  en sorbos grandes para quemarte la lengua, que adoras bañarte en la madrugada y disfrutas leer con la televisión encendida... ¿Todo esto nos ha dejado estos tres años?
A veces pienso en hacer una historia contigo, de tu incansable colección de tarjetas de presentación y mi frenética obsesión por los bolígrafos de tinta negra. De tus zapatos rotos y mis sandalias rosas. De tu camisa playera que tanto odio (sí, son esas cerezas rojas las que no soporto) y mi bata de franela  afelpada  color menta que tanto batallas en quitar. De todo eso y más... De mi risa interminable y tu silencio inquebrantable, de todo eso y más.
No, no Rogelio, no pretendo detenerte, hoy no, ni mañana, ni nunca, pero pienso que te voy a extrañar, a ti y a tus besos mañaneros, a tu pasta de dientes bicarbonatada y tu loción duradera, ese olor tan tuyo.
No me digas nada, sabés que hablo por hablar a veces, que me tumba la imaginación y las palabras.
Anda, vete. Y cierra la puerta al marcharte, que hoy no pienso que entre la soledad a mi casa, ayer estuvo aquí y me dejó una buena dosis, yo creo que para toda la semana. Te va a dejar el camión Rogelio, ¡Ay! Ese pánico tuyo a los aviones.
Y por favor, no te olvides de cerrar la puerta, ¡Ah! Y échale llave.

Chau Rogelio... Chau...

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