“Cuando el cuerpo no
espera
lo que llaman, amor.
Más se pide y se
vive,
Canción animal”.
(Cerati, 1990).
Un día de mi vida a veces resulta monótono y regular. No
puedo descifrar con exactitud, todo lo que se adjunta, alternamente a mis
sentimientos y mis pensamientos diariamente. No puedo. Sin embargo, trato de deglutírmelos.
Cuando ha pasado el día agobiante y tengo la oportunidad de merodear en
mis sentimientos, me sensorializo, me detengo un poco, porque tengo tiempo y no
se ocupan de robármelo. Me recuesto, ya en ropas para dormir, metida entre las
sábanas, me ruborizo al comenzar la trifulca diaria. Nada de lo que me apene,
pero si me martiriza. A lado mío, un cuerpo dormido, pacífico, un tanto
paquidermo, tierno y solitario. Lo visualizo y me detengo en su espalda, paso
mi mano a través de su piel dormida y acaricio. No hay signos de vida en ella.
Pareciera que quiere desertar y desecharme. Vuelvo a intentarlo, pero sin más
respuesta que un movimiento inusual, observo al que duerme y prefiero dejarlo tranquilo.
Está cansado.
Pero todas estas ganas me energetizan, me llenan de vida y de calor.
Estoy sola sin estarlo y me ocupo en acompañarme de lo único que me queda a
esta hora: imaginación.
Imaginación me acompaña y me acaricia. Llega tan inusual que desespera.
Llevo tanto esperándola que me inquieto al sentirla. Cuando cierro los ojos me
visita. Paso las sábanas por mi cabeza hasta llegar al borde de la almohada.
Imaginación me besa tranquila, coloca una mano sobre mi cadera, o a veces en mi
nalga. Siento el rojo: Imaginación se posa desnudo a lado de mi cuerpo, casi
desnudo, solo falta que acabe yo con eso. No todas las noches es lo mismo. A
veces se desliza rápidamente, logra llegar y entra, cuestión de dos minutos, se
ha terminado. Otras veces, es paciente y espera, comienza a sondearme y
refrescarme con ideas nuevas, técnicas que aplica sin inhibiciones y yo las
acepto. Imaginación me toca una canción con los dedos: “Cada lágrima de hambre,
el más puro néctar, nada más dulce que el deseo en cadenas”. Estoy temblando.
Susurra a mi oído palabras intocables. No tarda en hacer lo suyo y yo, me
reviento, las ganas me corroen y comienzo a invitar a quién tanto me hace
falta: fantasía. Fantasía e Imaginación juntos. Fantasía me pide que lo atrape
entre mis piernas casi en automático. Imaginación me pide que espere y que
viaje junto con él. Fantasía desesperada me aborda y lo recorro, lo acaricio,
lo muerdo, lo lamo, lo sobresalto, desesperada pido atraparlo. Imaginación me
calma y me aborda, invento caricias nuevas, le hago un touch casi espontáneo,
saco nuevas técnicas y se las aplico, revoloteo entre su pelo y toco lo más
sagrado de su cuerpo, lentamente con el borde de mi lengua se lo acaricio. Es
la tentación que se levanta, que poco a poco responde a los estímulos que voy
inventando, se hace grande, se llena de ganas. Fantasía me pide montarlo. Pero
no, respondo un poco más a Imaginación. Sigo lamiendo y acariciando, hasta que
siento que su parte sagrada reventará, espero y lo canonizo: se un santo. Dejo
que me ataque, y liberal, le pido me haga suya en cualquier instante. Entra en mí.
Me hace como quiere, me toma, me jala, me estruja, me envuelve. Fantasía no
quiere terminar, no llega a terminar, más Imaginación, ayuda. Se piensa en lo
prohibido, en lo inaceptable, siguen merodeando canciones en mi mente-stereo:
“Una eternidad, esperé este instante y no lo dejaré deslizar en recuerdos
quietos, ni en balas rasantes, que matan”. Come de mí. Sigue adentro, en pie a
los estímulos que Fantasía e Imaginación se traman. Acaricio mi parte sagrada
al mismo tiempo que está adentro y me retumba, me cabalga. Sólo nos resta
acabar, no tienen que haber muchos inters en esto. Y como todo es más intenso
se empieza a sentir, a vivir el estallido de lo que ha llegado a la cumbre y pretende
bajar. Llega, llega, no pares. “Entre caníbales, el dolor es veneno, nena, y no
lo sentirás hasta el fin. Mientras te muevas lento y jadees el nombre que mata”
Ahhh. Stop.
Imaginación se despide de Fantasía, ambos me observan exhausta y me dejan
dormir. Y se van, los espero mañana si todo sigue como hoy.
Y todo esto pasa, en la cama que entrego mi cuerpo al cuerpo que duerme a
veces y me reclama: soy suya. Pero hay algo que siempre volverá a mí, son dos
los amantes que no se alejaran por un
buen tiempo: Fantasía e Imaginación. Espero a que sea mañana.
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