Nuestras noches.
Siempre cubiertos con el deseo a flor de piel,
siempre sujetando esperanzas que no reviven
que solamente están ahí, merodeando
pero que ya ni si quiera lo son.
Siempre estamos devolviéndonos suspiros
desencantos y destierros.
El minuto más oscuro de la noche nos sirve
para escuchar a lo lejos nuestros cuerpos
y saber que ya no somos nada y que siempre estaremos ahí,
reprochando
necesitando de nuestro inquietante y lujurioso
momento de placer.
Ese placer que se convierte en martirio
una vez que nos tocamos y sabemos que nunca más
estaremos aquí.
siempre sujetando esperanzas que no reviven
que solamente están ahí, merodeando
pero que ya ni si quiera lo son.
Siempre estamos devolviéndonos suspiros
desencantos y destierros.
El minuto más oscuro de la noche nos sirve
para escuchar a lo lejos nuestros cuerpos
y saber que ya no somos nada y que siempre estaremos ahí,
reprochando
necesitando de nuestro inquietante y lujurioso
momento de placer.
Ese placer que se convierte en martirio
una vez que nos tocamos y sabemos que nunca más
estaremos aquí.
17/06/16
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