jueves, 26 de mayo de 2016

Autoterapia para el erotismo: Fantasía e Imaginación

“Cuando el cuerpo no espera
lo que llaman, amor.
Más se pide y se vive,
Canción animal”.
(Cerati, 1990).

Un día de mi vida a veces resulta monótono y regular. No puedo descifrar con exactitud, todo lo que se adjunta, alternamente a mis sentimientos y mis pensamientos diariamente. No puedo. Sin embargo, trato de deglutírmelos.
Cuando ha pasado el día agobiante y tengo la oportunidad de merodear en mis sentimientos, me sensorializo, me detengo un poco, porque tengo tiempo y no se ocupan de robármelo. Me recuesto, ya en ropas para dormir, metida entre las sábanas, me ruborizo al comenzar la trifulca diaria. Nada de lo que me apene, pero si me martiriza. A lado mío, un cuerpo dormido, pacífico, un tanto paquidermo, tierno y solitario. Lo visualizo y me detengo en su espalda, paso mi mano a través de su piel dormida y acaricio. No hay signos de vida en ella. Pareciera que quiere desertar y desecharme. Vuelvo a intentarlo, pero sin más respuesta que un movimiento inusual, observo al que duerme y prefiero dejarlo tranquilo. Está cansado.
Pero todas estas ganas me energetizan, me llenan de vida y de calor. Estoy sola sin estarlo y me ocupo en acompañarme de lo único que me queda a esta hora: imaginación.
Imaginación me acompaña y me acaricia. Llega tan inusual que desespera. Llevo tanto esperándola que me inquieto al sentirla. Cuando cierro los ojos me visita. Paso las sábanas por mi cabeza hasta llegar al borde de la almohada. Imaginación me besa tranquila, coloca una mano sobre mi cadera, o a veces en mi nalga. Siento el rojo: Imaginación se posa desnudo a lado de mi cuerpo, casi desnudo, solo falta que acabe yo con eso. No todas las noches es lo mismo. A veces se desliza rápidamente, logra llegar y entra, cuestión de dos minutos, se ha terminado. Otras veces, es paciente y espera, comienza a sondearme y refrescarme con ideas nuevas, técnicas que aplica sin inhibiciones y yo las acepto. Imaginación me toca una canción con los dedos: “Cada lágrima de hambre, el más puro néctar, nada más dulce que el deseo en cadenas”. Estoy temblando. Susurra a mi oído palabras intocables. No tarda en hacer lo suyo y yo, me reviento, las ganas me corroen y comienzo a invitar a quién tanto me hace falta: fantasía. Fantasía e Imaginación juntos. Fantasía me pide que lo atrape entre mis piernas casi en automático. Imaginación me pide que espere y que viaje junto con él. Fantasía desesperada me aborda y lo recorro, lo acaricio, lo muerdo, lo lamo, lo sobresalto, desesperada pido atraparlo. Imaginación me calma y me aborda, invento caricias nuevas, le hago un touch casi espontáneo, saco nuevas técnicas y se las aplico, revoloteo entre su pelo y toco lo más sagrado de su cuerpo, lentamente con el borde de mi lengua se lo acaricio. Es la tentación que se levanta, que poco a poco responde a los estímulos que voy inventando, se hace grande, se llena de ganas. Fantasía me pide montarlo. Pero no, respondo un poco más a Imaginación. Sigo lamiendo y acariciando, hasta que siento que su parte sagrada reventará, espero y lo canonizo: se un santo. Dejo que me ataque, y liberal, le pido me haga suya en cualquier instante. Entra en mí. Me hace como quiere, me toma, me jala, me estruja, me envuelve. Fantasía no quiere terminar, no llega a terminar, más Imaginación, ayuda. Se piensa en lo prohibido, en lo inaceptable, siguen merodeando canciones en mi mente-stereo: “Una eternidad, esperé este instante y no lo dejaré deslizar en recuerdos quietos, ni en balas rasantes, que matan”. Come de mí. Sigue adentro, en pie a los estímulos que Fantasía e Imaginación se traman. Acaricio mi parte sagrada al mismo tiempo que está adentro y me retumba, me cabalga. Sólo nos resta acabar, no tienen que haber muchos inters en esto. Y como todo es más intenso se empieza a sentir, a vivir el estallido de lo que ha llegado a la cumbre y pretende bajar. Llega, llega, no pares. “Entre caníbales, el dolor es veneno, nena, y no lo sentirás hasta el fin. Mientras te muevas lento y jadees el nombre que mata” Ahhh. Stop.
Imaginación se despide de Fantasía, ambos me observan exhausta y me dejan dormir. Y se van, los espero mañana si todo sigue como hoy.

Y todo esto pasa, en la cama que entrego mi cuerpo al cuerpo que duerme a veces y me reclama: soy suya. Pero hay algo que siempre volverá a mí, son dos los amantes  que no se alejaran por un buen tiempo: Fantasía e Imaginación. Espero a que sea mañana.

Autoterapia del recuerdo....Esta no es una noche normal Rogelio.

del 2001

Esta no es una noche normal Rogelio.

¿Sabés que es importante para mí decirte todo esto?
¿Me estás escuchando?
Y es que uno empieza siempre por lo más fácil, empieza por el trago más tenue pero libidinoso de lo que la vida nos puede dar a probar, y como consecuencia la primera vez tenemos  con que el beso es beso cuando se mezcla la lengua, o que el alcohol es delicioso cuando uno se pone la primer borrachera.
Ya sé que mis ejemplos no te son claros Rogelio, pero quiero explicarte todo esto como siempre te he explicado todo, tranquila, sin prisa. Quiero aprovechar los últimos minutos que pases conmigo. ¿Me puedes dar una hora? Una nada más. Rogelio,  ¿me estás escuchando? Sabés que me gusta que me miren a los ojos Rogelio.
Cuando empezamos con todo esto éramos dos desesperados ay, ya sé, el primer beso fue a la segunda cita, pero después de esto nos hemos visto casi tres años consecutivos. Hum. ¿Qué por qué me fijé en ti? Me gusta tu forma de hacer el amor, siempre me ha parecido chistosa, sí, sí, chistosa, y es que no te imaginás las caras que hacés al momento, eres expresivo y lo sabes. 
Bueno,  pero ese no es el caso Rogelio, no es el caso hablar de las experiencias que tenés en la cama, pero vos sos irresistible y luego amaneces tendido tan niño sobre la cama, con el cuerpo desnudo, oliendo a ti y a mí al mismo tiempo, en fin.
¿Hace cuánto hicimos el amor?
Ah, sí, fue anteayer y me dijiste que querías irte pero no te hice caso, uno siempre sueña en esos momentos, como yo cuando me pongo necia con la música y mis sueños frustrados, pero te diviertes y te ríes hasta morir cuando descansamos y yo siempre hablo como loca, hablo y hablo, ¿Pero verdad que te divierto?
Hay veces que  yo me divierto sola, sabés que la soledad siempre ha sido mi compañera fiel. Siempre hasta cuando estoy contigo . Me he dado cuenta de que sos como los gatos, ya sé, siempre con mis ocurrencias estúpidas, pero a veces sirven Rogelio, y esto del gato es cierto, callás, siempre callás y observás hasta el más mínimo detalle, siempre intuís todo y llenás a tu manera tu vida.
Anda sírvete un poco de whisky.
Anoche que me quedé esperándote pensé tantas cosas, algunas estúpidas, otras felices, hasta me puse a llorar, y no,  no ando en mis días, los hombres y sus conjeturas  machistas. Anoche la soledad volvió a mí con toda la intensidad de la palabra, fueron tantas cosas, como la primera vez que te vi esa noche de estrellas escondidas y luna llena. ¿Te acuerdas del cuadro de Ramón Prats que tanto nos gusta? Anoche lo estuve observando en su falsa representación que tengo en la sala. Me di cuenta de todos los juguetes que tiene escondidos y que jamás encontramos, de los colores efímeros que encierra, de la madurez de sus formas extrañas, de los sueños abstractos... ‘ Incandescencias Infantiles’, como diría el autor. Pero anoche lo vi diferente y supe que empezabas a alejarte y que yo ya no podía hacer nada. ¿Por qué no pudimos verlo así?
Y es que uno va creciendo Rogelio, y deja atrás la seriedad juvenil para convertirse en un serio de verdad, que disfruta solo y se tiende a la nada cubierto de recuerdos y de nada que esperar... Anoche ya no esperé nada... Nada.
Sabés que a veces no espero nada de mí, que me aburro de mi mente imaginativa, que quiero abandonarme y salirme de mi cuerpo que no me gusta pero que adoro. No me gusta, sin embargo eres el único que lo conoce tan bien, sabés cada recodo de mi cuerpo blanco, de mi piel sedienta. Sabés que cada tatuaje dibujado tiene una ruta específica, que adoro que me toques la espalda y me beses los hombros, que odio mis brazos y mi panza. Como cada mañana que miro al espejo y desdibujo partes para trazar otras. Pero así conoces mi cuerpo y espero que conozcas un poco mi alma.
¿Qué, ya sólo me queda media hora?
Anda sírvete otro whisky, deja que hable y calla treinta minutos... Déjame abrazarte en la mente con las palabras.
Pensaba, ¿por qué este hombre llegó a cambiar todo lo que tengo? Y sinceramente, no te ofendas Rogelio, no encontré respuesta. Al principio pensé que era por lo carnal, después por tu sonrisa, por tu voz o tu mirada, por esos ojos negros que se pierden con la noche, hasta pensé en tus pies y en tus manos, pero no encontré respuesta. Luego traté de suponer que fue porque los dos necesitábamos compañía. Pero no,  cada cual tenía  algo o alguien en que ocuparnos... Le daba vueltas al asunto y no encontré nada. Somos tan opuestos  que ni la forma de tomar el café o tomar los cubiertos hacemos igual. ¿Por qué tres años? Menos me explico, pero me han gustado y los he odiado como nunca. Sí, ya sé, si tú no me buscabas yo iba hacía ti y viceversa, y no creo que haya sido rutina, porque nunca fuimos nada... Ni seremos.
Nos gusta hacer el amor y cantar al alba, tú con tu gente y yo con la mía, siempre distantes pero juntos en todo... Soñando, viviendo, disfrutando.
Anoche pensé que no han sido en vano estos tres años, que sólo tu sabes de que lado me acuesto y que despierto despeinada, que me gusta contar estrellas en voz alta y ponerles nombres inventados, que salgo y camino hablando completamente sola y que escucho las canciones incompletas porque me aburren todas.
Sí, yo sé que te gusta el color azul por encima de todos los demás, y que prefieres el café  amargo y negro  en sorbos grandes para quemarte la lengua, que adoras bañarte en la madrugada y disfrutas leer con la televisión encendida... ¿Todo esto nos ha dejado estos tres años?
A veces pienso en hacer una historia contigo, de tu incansable colección de tarjetas de presentación y mi frenética obsesión por los bolígrafos de tinta negra. De tus zapatos rotos y mis sandalias rosas. De tu camisa playera que tanto odio (sí, son esas cerezas rojas las que no soporto) y mi bata de franela  afelpada  color menta que tanto batallas en quitar. De todo eso y más... De mi risa interminable y tu silencio inquebrantable, de todo eso y más.
No, no Rogelio, no pretendo detenerte, hoy no, ni mañana, ni nunca, pero pienso que te voy a extrañar, a ti y a tus besos mañaneros, a tu pasta de dientes bicarbonatada y tu loción duradera, ese olor tan tuyo.
No me digas nada, sabés que hablo por hablar a veces, que me tumba la imaginación y las palabras.
Anda, vete. Y cierra la puerta al marcharte, que hoy no pienso que entre la soledad a mi casa, ayer estuvo aquí y me dejó una buena dosis, yo creo que para toda la semana. Te va a dejar el camión Rogelio, ¡Ay! Ese pánico tuyo a los aviones.
Y por favor, no te olvides de cerrar la puerta, ¡Ah! Y échale llave.

Chau Rogelio... Chau...

Cerati y yo

Canto bajo relieves
Bajo tu piel que infinita se convierte en nada
Nave tierra sigo tu voz
Que se aleja constante, no lo es más.
Bailo brotado de ilusión
Permanecen los sueños, tus besos en mi piel.
Un sueño tibio para los dos
No nos queda más.

Que otra cosa es un árbol
De infinitas alabanzas
Más que libertad
Lo que ahora existe entre los dos.
Y si te abrazo es para sentir
Y sentirte pegado a mi piel transparente
Que a nuestro amor
Por un segundo nada más
Nunca podrán sacarlo de raíz
Solo palidecerá
Sacarlo de raíz
Palidecerá.

Que  a nuestro amor nunca podrán;
Se debilitará
Sacarlo de raíz;
Palidecerá.
Sacarlo de raíz.

Febrero de 2001.


Ana...ella.

Para mi hija, Ana Lucía...

Eres mío, mil veces, mío. No hay manera de apartarte de mi mente, estás conmigo, cada centímetro que recorro, estás presente. Indiscutiblemente, estás.
El agua fría recorre mi cuerpo bajo la regadera y me acaricio, me abrazo, sé que sientes esto que hago por ti y por mí, imaginariamente te acaricio, porque sé que sintonizas cada trozo de mi piel que te dibuja siluetas en todo el  cuerpo. Hoy quiero volver a ser todo lo que nunca pensé pudiera, quiero alcanzar los enigmas que no he podido desabotonar de mi alma por nervio  a todo lo que se avecina, ya no tengo miedo de nada, sólo sé que existes y puedo sentirte. Puedo llenarme de tu esencia que se transpira en mi piel por el aire que respiro y me llena de vida, cada instante de mi tiempo está dedicado a ti, hermoso, no puedo dejar de imaginarte, de abrazarte, de llenarte de caricias, de desesperados besos que se transforman en ilusiones de un futuro que nunca crearé infeliz por ti y para ti. Y desde el primer momento que supe que estabas constante y presente en mi vida te quise,  cada día que pasa y te siento más mío, más vivo te adoro mil millones más de lo que lo hacía antes, ya no sé si la luna tiene cabida para esta felicidad que tan desbordante se sale de mi alma cuando te acaricio, cuando lleno de hermosas palabras tu presencia, porque aun que no puedo abrazarte ahora mismo, te abrazo con las ideas y con el hermoso esperar impaciente. Sabré esperarte, porque no hay nada más hermoso en mi vida que tú, centro de mi universo y de todo mi existir, quiero que aprendas tantas cosas, quiero que ames tanto, que sientas, que seas y por el momento estás aquí, dentro de mi cuerpo, aprendiendo a ser fuerte, preparándote para todo lo que venga, para el día de tu primer estancia aquí en la tierra, entre mis brazos nada te pasará, sabré llenarte de eso que sólo las madres podemos dar, eres mío, de nadie más, duerme tranquilo esta noche hijo mío, llegará el día en el que te arrulle y duermas entre mis brazos, por el momento, sabré esperar.

A.G.M

16 de Julio de 2001. 

Cuento corto... El Norte y el Sur

De esos que escribía años atrás.
Del 2000 algo..

El Norte y El Sur.

Convivimos, ciertamente, convivimos. Teníamos tantos sueños en la punta de las ilusiones, teníamos tantas esperanzas y tantas cosas que esperar, descubrir, imitar, añorar, superar. Pero al fin y al cabo, convivimos, y eso es lo que a los dos nos ha dejado este amor que por azares del destino se ha convertido en una especie de odio, necesidad, obsesión, enfermedad...

¿Creés que sería capas de mataros?

Frida Alfaro sacó de su bolso un cigarrillo y lo encendió con dificultad, por el aire que no cesaba y la lluvia que comenzaba a caer. Se escuchaba a lo lejos los ruidos de niños jugando, los perros que ladraban sin cesar y los gatos maullando, previniendo una tormenta, un gran chubasco. ¿Vos vas a creerlo? Se escuchó su voz otra vez, rompiendo el silencio que los rodeaba a ambos.
Eres capas de todo Frida.

La voz del hombre quebrantó la de ella, y en un sollozo comenzó a llorar. Eres capas de todo eso y más, eres capas de amarme, de odiarme, de salirte,  de entrar y de no pedir permiso para difundirte en mi alma, de llenar mi vida de lamentos y alegrías, con tu voz y tu mirada, eres capaz de distorsionar a este hombre que no ha hecho otra cosa más que amarte. Solía escucharlo con su argumento preferido y reprochable. Frida encendía de nuevo otro cigarrillo y esperaba a que dieran las diez. Mariano seguía llorando y hablando y recordando.
¿Ya no puedo hacer nada por ti,  verdad? Frida tomó las maletas y cerró la puerta del jardín.

Se ha ido, se repitió en la mente una y otra vez, se ha ido, se ha ido, se ha ido. La lluvia cayó en seco y el aire se fue tras de ella.

La pistola quedó en la mesa del jardín, solitaria. Mariano la observaba mojarse y él se mojaba también. La lluvia helada y densa caía al compás de la noche, al compás de la luna que le observaba en el silencio abismal, cuando los gatos y los perros se refugian para no mojarse y los niños se guardan en casa para secarse. Los niños y esa oferta que jamás aceptó Frida. Frida fuerte, Frida fría, Frida muerte, Frida mía.  Esa pistola pequeña y esa muerte espesa.

La noche siguiente permaneció en silencio, la noche siguiente y la semana completa, los meses. El silencio interminable de las horas falaces que pasan continuas, como vagas explicaciones sin razón, sin vida, sin movimiento. Intermedias y frías, Irracionales. Incompletas.

Mariano salió a la luz, y con él salieron tantos recuerdos. Al llegar a Puerto Chico, sintió un alivio inquebrantable, pero a la vez le apretaba el cuello como soga triste. Traía con el una pequeña maleta, con tres pantalones y un juego de camisas, bermudas y calcetines. Unos tennis viejos. Ciertamente tenía pocas cosas que hacer...
“Tú me hiciste creer, pasaste una mano por mis ojos para empañar la luz primera”

Siempre constante, en el recuerdo que se desvanecía, que florecía con la luz de la mañana, con el reflejo de sus ojos que embellecían el cielo, que galanteaban la estela universal del alma. Así son los ojos de Frida.
“Tú me hiciste creer, abriste tus manos como un nido, para guardar en ellas mi corazón”
Es difícil olvidarla.
“Y que ya nunca pudiera ver más que no fueran tus ojos”.

Tengo miedo de perderme en tu omnisciente presencia. Me haces falta, sin embargo me doy cuenta que cada ves que te pienso mas te tengo más miedo.. Tengo adoloridas las manos de tocarte en silencio sin estar a mi lado, tengo seca la boca de tanto besar tus labios invisibles. Todo por esa obsesión tuya.
“Como ahora ya no quieres nada, ni arrebartame el cuerpo, ni ver mis ojos, ni guardar mi corazón, voy a morir”
Tu me hiciste creer en el amor.

El día llega cuando los barcos atraviesan el puerto con su sonido infernal y tambaleante. Esas luces que se reflejan en el mar cuando apenas amanece, cuando apenas se asoma el reflejo incandescente del sol... Rojo.
 Mariano Duncan,  el hombre reflexivo que siempre solía temperamentar su carácter, argumentar sus sentimientos, ahora reflejado bajo la desesperación y la abstinencia. La completa soledad que lo  rodea con tremendos cristalazos de dolor enterrados en su corazón que no deja de palpitar por un adiós interrumpido.
Dios de guerras perdidas y almas encontradas. Así era Mariano, y así extrañaba a Frida.

Cuando llegaba medio día, solía desaparecer por la playa, se vislumbraba a lo lejos su silueta delgada caminar en la orilla del espejo azul, impetuoso. Iba pensativo, formando ideas que clandestinamente se colaban entre las olas, entre arena y sal. Cautelosamente sacaba una manzana de su morral tejido con cintas de colores y estambres afelpados, le daba una mordida y retumbaba cada centímetro, cada pedazo de  la jugosa fruta prohibida entre sus dientes, al compás de su masticar, su cuaderno en el que escribe... ya no está en blanco desde hace unos días.

“A lo lejos se escucha un mariachi nostálgico. El aire fresco que recorre mi mundo invisible, se llena de guitarras, trompetas y hombres que no dicen nada, sólo interpretan un lamento invisible, revuelto en llanto y recuerdos".

“Nostálgico a lo lejos se escucha un mariachi.  No comprendes todavía como es que se llena de infinito la estupenda fracción de tiempo que me acongoja, que me va matando cautelosamente, lento, como el firme pasar constante y metódico del olor de tu pelo sobre las olas del mar”.

Mariano Duncan se perdía horas caminando, encontrando un refugio adecuado a sus posibilidades en procesos de olvidar. No es tan fácil como todos lo imaginan, no es fácil cuando se trata de una mujer como Frida. La misma Frida que se retrata impotente en el cuadro vital del alma de un refugiado en pena. Frida fuerte. Lejos, llena de astutas premoniciones y pensamientos. Lejos, como todo lo que se lleva el mar. Allá donde los sueños no tienen cabida para nada, allá donde se sondea una retrospectiva totalmente distinta a lo que el arena y la sal arrastran. Tiempo lejano que se mezcla con todo aquel que intenta retenerlo.
Una canción que suena a lo lejos...
“Te llevaré el amor, te llevaré en silencio, aprender que tu boca es la puerta del miedo, descubrir que tu voz, son los peces del viento”.

Frida y Mariano. Mariano y Frida. Hemos escapado de la nada, convertidos en cal. Así estamos. Yo no entiendo dónde va a parar esto que irrevocablemente se tiñe de negro, de fragmentos estrellados con constantes intuiciones de amor. El amor que se maltrata a si mismo.
“Celebrar el naufragio,  desatar al destino, olvidar frente al mar que lo mismo es distinto, que morir es llevar nuestro amor al abismo”.

Tiene el encanto de la  Virgen retratada sobre lienzo y pétalos de rosa. Tiene el corazón de asesino carnívoro y devorador, el alma pura como el agua de manantiales repletos de la nada insolente.

Cuando Mariano regresó al Puerto Chico, después de tanto tiempo fuera, sintió un gran alivio, casi como si fuera invisible el agua que pisaba, sin la densidad que sentía por el aroma que lo llenaba de nostalgia. Tranquilo, recorriendo las pequeñas calles infestadas de gente que hablaba y hablaba, con gritos de niños y desquiciados. Él no estaba desquiciado. ¿Quién argumenta que el amor es una locura? ¿Quién se atreve a llamarle estulticia? El engaño que particularizaba esta historia que se unía rápidamente, intentaba sanar y rescatar una parte de su masculino actor destructible. No se trata de terminar como con las pequeñas historias de amor que se escriben a lo largo de una noche, de un momento que cruza por la vida de un ente sentimental. Ese no es el caso de este hombre que inventa su propia historia, que le da seguimiento propio. 

“Me marcho y no pienso en la vuelta, tampoco me apena volver,  dejo atrás”.
“Pero allá adonde voy me llaman el extranjero, dónde quiera que estoy, el extranjero me siento”.

Irrefutables momentos de gran tristeza, y Mariano que camina lento entre la gente, se pierde, es un punto minúsculo, un don nadie, ¿Quién se acuerda de él? Tiene los ojos tan pálidos como el color de la piel enfermiza, del dolor desenterrado.
¿Quién dice que Frida no desata sus pasiones en cuerpos difusos y mal intencionados? Ella no es paloma blanca, ni dulce criatura, no te confundas.
Conforme el tiempo pasa, más diminuto te vuelves, ya no puedes verte caminar en las calles de ese pueblo pequeñito, ya no se siente tu respirar y tu jadeo en el aire caliente que danza.
Se cae despampanante en la calle, sudoroso, casi temblando y nervioso.
Presiente algo.
Como puede logra levantarse, ya en pie, continua a pasos lentos, sobre la banqueta infernal que le quema los pies.
Llega a la casa, se hecha en la cama, enciende un cigarrillo que no consume porque no fuma, pero son de los cigarros que Frida acostumbra fumar. El olor hediondo, que le llena los pulmones de libertad y sensualidad.
“Es ella”.
El recuerdo que se convierte en rutina.

La noche se acerca y no tiene en el estómago nada más que las reseñas digeridas de una manzana roja... No se siente el hambre. Hace calor, pero la noche refresca.
Miro el mar que llega por mi ventana. Miro el mar que se acerca a mi. ¿Será azul? ¿De qué color es el mar?.
Se abre la puerta con el viento que corre. Es violento, sin embargo la noche se presta para disfrutar. Sacar de raíz un amor; imposible.
Salió de la casa con aires de grandeza, sentía miedo cauteloso y remordimiento. El mar entonaba una melodía sigilosa.  Redondilla. Veinte metros lejos de la casa, sigue caminando, sigue  en marcha.  Y de repente el agua tibia que toca sus pies, los acaricia con la espuma que Venus y Zeus han dejado en  Afrodita, así, acaricia sus pies. Mariano Duncan, ¿Dónde estás?
Y su cuerpo comienza a sentir que el agua lo moja, lo asusta, pero sigue caminando, en la confusión que irrevocablemente se transforma en adrenalina.

“... Siempre juntos, hasta que llegaste con tus aires de grandeza y quisiste separarte de mi cuerpo, yo siempre te abrazaba al amanecer, siempre te decía “Te amo”, siempre te besaba en silencio, y tú... Tú no me dejabas dormir con todo lo que destellabas, siempre, lúcida y transparente, dormías, y yo, enamorado te cuidaba...Eres superficial...”

El agua se extendía por sus pies, por sus piernas, casi por las rodillas, cálida y temblorosa, como sus manos. Tenía el corazón en la punta de las ilusiones, el hambre y el deseo.

.”... Yo no quiero morir aquí, de hecho no pienso hacerlo, pero tu vos me esta diciendo que vaya a verte, mira, tus cabellos se ven aquí, están aquí, yo los veo, siento un poco de frío, siento un poco de hambre, siento ganas de tenerte aquí, encima de mi cuerpo que reclama que te vea deambular en lo invencible, porque hay veces en las que ya no puedo conmigo, con mi patética, frenética manera de repetir las cosas desmesuradamente...”

Continua subiendo, continua, continua. Siente el hervor de tu vientre contra el agua, siente la penosa necesidad de seguir caminando. Caminando, caminando, caminando. Retuerce tu  vida en un santiamén, en un vaivén que se desanima en fracciones particuladas de alma en pena, en pasos inanimados, inertes y solitarios. El agua sube. Sube también.

“...Lleno de reflejos que nunca volverán.. uno, dos, tres, me llaman el extranjero, de aquí no soy, jamás seré, jamás serás Frida...”

Su rostro se llena de lágrimas que llenan el mar.

“...ya no puedo ver nada, nada mas allá de lo que veo aquí , azul, verde, blanco, espuma, amor, odio, tedio, suspenso, indagación, incandescencias, fealdad, estupidez, superfluo; todo se tiñe de azul, de el olor a cabello en el mar, tengo tanto frío, pero siento paz, siento paz, porque creo que te estoy viendo, vienes caminando hacía mi, con la pequeña maleta con la que te fuiste cuando llovió a cantaros. Es por eso que pienso que el mar se transforma en lluvia con el llanto de las sirenas que se parecen a ti, es por eso que siempre sueño con tus labios blancos, con mis ilusiones frustradas, tengo frío...”

Ya no logro verle.

“¿Mariano? ¿Dónde estás? Llevo casi dos meses buscándote, si, esta es tu casa, ahí está tu cuaderno azul. Que bueno que te encontré, tenía miedo de que me olvidaras, pero siento que aun huele a mi. Gracias por comprender. ¿Mariano? ¿Dónde estás? ¡Mariano!
¿crees que sería  capas de mataros?”.


FIN

Autoterapia de repetición, años atrás y te escribía...

AMORES QUE MATAN

Hay amores que matan,  que se van, que vienen, que vuelven, que arrebatan. Existen particularidades compartidas, que se extrapolan a sentimientos inherentes, insuficientes, diferenciales. Distintos amores, sí, de los que vienen y se van, de los que comparten un café, una cama, un amigo, un secreto, pero que a final de cuentas, se van, empapados de orgullo, destinados a nunca sanar, sin embargo…vuelven.

Existen contrariedades también, diferentes puntos de vista, intolerancias marchitas, dudas inimaginables, que surgen de la entraña más profunda, del sentimiento más arraigado, de la obligación más placentera, de la indirecta más directa. Como aquel con el que compartías el cuerpo, que viene de repente, que se va por lapsos largos, regresa efusivo, y se va mimado. Aquel amigo, que complacía los momentos escarchados de pulcritud pervertida, aquel “amigo” que necesitaba saberte una ves al mes, para odiarte, despreciarte por el resto de los días, para llamarte después.

De todo eso y de nada más, decidida a olvidarte, a quemarte en vida, a hundirte en el recuerdo más impensable, a desecharte, me supongo escribir, más de veinte rumores, más de veinte mentadas, para ya nunca más extrañar, al amigo que duele, a ese que estaba en momentos divinos, aquel que orgullosa derramabas, aguantabas, esperabas… Ese que al fin de cuentas, siempre estaba, siempre llamaba, te involucraba. El sentimiento entintado, el deseo vívido, el amor puro, construido, cimiento tras cimiento, ladrillo tras ladrillo. Aquel que sin pensarlo, el día más remoto, más insano; revelado y taciturno, como todo lo que se ama en la vida, muere, y se tiene que olvidar, que despreciar, que no dejarse en el recuerdo, para evitar profundas y dolorosas cicatrices, abultadas, difundidas.

De una vez por todas, aléjate, deja a un lado las cursilerías, in anímate, deshazte.
Intrincada, y decidida, refugiada en el adiós, hoy me decido irrevocablemente a despedirte, porque así como todo comienza un buen día, acaba también, existen amores que se van, que vienen, que vuelven, que arrebatan, hay amores que matan.


Vete.

martes, 24 de mayo de 2016

Autoterapia II: De cartas no entregadas,

Y este debería ser un correo electrónico. Y no es.
Quiero preguntarte;
¿Por qué me dejaste?
¿Qué te hizo desistir de este amor que yo te daba?

¿Acaso fue mi histeria colectiva?

Pero es que por más que trato de explicarte nunca puedo... y lo que más me duele es tener que dar una explicación, porque entre tú y yo no debería caber la duda, no debería de haber explicación. Y esa manera de ignorarme, y no es por nada, pero ese nunca escuchar me enseño a ser igual y entonces ¡Pum! un día amanecí histérica, loca, traumada, celosa, insegura y chillona. Todos eso de la noche a la mañana replicando exactamente lo que tú hacías conmigo. Y entonces salió; mi más frenética locura. Bajo la influencia alucinante de esa adrenalina me convertí en una histérica en potencia; avasalladora, amenazante, irracional, así... bien loca...
En mi delirium tremens por ti dejé mi casa, a mi ex marido, dejé mi puesto de trabajo, vendí casa, muebles, auto, amistades, recuerdos, sentimientos, pensamientos ¡Uff! vaya... dejé a un lado mi libertad, destruí mi integridad y guardé bien escondiditos mis  tintes autónomos de ser "yo", de ser auténtica. Dejé a mi familia, me volví una maquinita de dar placer cuando estaba contigo, experimenté de todo, con todas las fantasías que a ti te hacían gozar (y a mi también, la verdad) y le puse un candado a mi cuerpo, a mi mente y a mi corazón para sólo pertenecer a ti por siempre (y ese no lo pude abrir más, no he podido aún, ni podré en un gran tiempo),
Y todo eso me hizo una histérica en potencia, todo por no poder escuchar, por no incluir, por dudar. Yo no dudaba de ti, ¿sabes? Y sabía perfectamente tu pasado y aún así no dudaba, ¿Hoy? Hoy dudo hasta de mi sombra...

¿Acaso fue ese amor desmedido?
Porque te amé con tanta locura que desde que te conocí aquella noche con olor a sal, quedé prendada... Todo lo que platicamos por años, esa relación tuya que siempre me vendiste como maldita y esas confesiones que sólo tú y yo "hablamos", los secretos íntimos de dos personas que se amaron en silencio, hasta que un buen día planck! me decidí a estar contigo. Con todo ese amor que por años había estado reprimido... Puse un buen día el disco de Zoé y es canción que cambió el rumbo de mi vida:
"Nunca me digas que no puedo
nunca me digas qué creer,
no vez que ya no tengo miedo
no me pongas tus cadenas
Perdóname sin o te sigo,
pero me aburre caminar,
me construí unas alas de cartón
y voy intentar llegar al sol
aun que me muera de calor".

Y auch! me quemé... y literal, esa era yo aquella noche, en la trifulca de una pasión desenfrenada lo decidí y le susurré esa frase al oído. Con él jamás terminé nada, así que acostumbrada a lo que pasaba me visualicé.
Yo- enfrente de él
Él- llorando mi partida
Tú- El Sol
Yo- Llegando
Él- Fuera de mí
Tú- El amor (conmigo)
Y así lo hice... Esa noche construí mis alas.,, y me fui,... me fui contigo, y bien predicho por la canción.. Uh! me quemé.. una y otra vez.. caí... caí...caí... y volví a intentar, lo hice, pero no, me caí. Estoy en el suelo ya,.

¿Acaso fue por mi cuerpo?
He engordado un par de kilos desde hace unos años, mi piel blanca es más flácida pero mis senos son firmes y pequeños aún, quizá no tengo las caderas de Shakira o de Lyn May, pero al menos tengo. me he pintado el cabello super rojo como a ti te gusta, si, me lo corté, lo sé, lo odias, pero me siento más joven y sexy para ti. No soy tan fea, tengo los ojos verdes y lo más importante, esos ojos son sólo para ti, sólo te pueden mirar y seguir a ti. Fue mi dentadura ¿Verdad? Sabes que desde aquel horrible accidente no fue igual y que soy una miedosa empedernida para los dentistas ¿En serio te fastidia tanto mi olor? Al menos he tratado de siempre ser limpia, de oler a flores o frutas, de hidratar de sensaciones mi piel, vaya, de mimarme un poco. ¿Visto vulgar? Creo que no...  lo más que llego es a un pequeño escotito, porque sabes que odio enseñar de mas y que no tolero mostrar mi cuerpo que aún no me gusta.
¿Fue el sabor que emana de mi excitación? Pensé que era algo que te enloquecía cuando lo probabas, yo contigo aprendí a distinguir y a deleitarme con tu néctar de vida. Y así fue.
¿Mi voz?
¿Mi esencia?
¿Mi sonambulismo?
¿Te acuerdas que iniciábamos una charla por las noches y te contestaba dormida ya? Si seguía la conversación de verdad que si. Lo prometo.
O por las madrugadas (sobretodo esas frías de invierno potosino) me despertaba cuando te tenía adentro y mi cuerpo reaccionaba una vez que estaba a punto de terminar... Y despertaba.
¿DIME ENTONCES QUÉ FUE?
¿Te hice sentir incomprendido?
¿Te hice perder tu libertad, tu autonomía?
¿Te alejé de tus amigos?
¿Te deprimí?
¿Destruí tus sueños?
¿Lastimé tu orgullo?
¿Te mentí?
¿Fingí mientras me hacías el amor?
¿Te alejé de tus hijos?
¿Destruí tu hogar?
¿He sido caprichosa?
¿Te he pedido lujos y extravagancias?
¡¡¡DIME QUÉ FUE!!!
Porque todo esto me lo has hecho sentir y sigo suplicando que tengas compasión y por lo menos me claves el cuchillo hondo hasta que mi corazón deje de latir y ya no sienta. Sobretodo que no sienta.

Y sé que mis palabras se disolverán con el tiempo, lo sé porque ya ha pasado, sabes perfectamente que he intentado de todo... Hasta te he regalado cuadernos y cartas y poemas y cuentos, pero todo se lo lleva el olvido, el tiempo, al igual que mis te amos...
¿Sabes que nunca había dicho TE AMO?
¿Y de qué privilegios gozas tú?
Porque a ti te he llenado vacíos oscuros de te amos, podría darle 10 o 15 vueltas al planeta con "te amos" y salir debiendo todavía, dime pues ¿DE QUE PRIVILEGIOS GOZAS?

Sólo una cosa más y con esto te juro que me borro de ti... ¿Cuál es la diferencia entre "me gustas" y "te amo"? ... Cuando te gusta una flor la arrancas, cuando amas una flor la riegas todos los días. Yo traté de regar este amor para que creciera y creo que lo único que logré fue que me arrancaras.
DIME ¿QUÉ FUE?

19/05/2016
AAGM

lunes, 23 de mayo de 2016

¿Dónde estás?

Son tus manos de fuego,
esas que extraño y que siento
recorrer todo mi cuerpo
a distancia.
Distancia fría, distancia maldita.
¿Por qué no puedo dejar
de acordarme, de sentirte, de imaginarte?
Tú.. tú que has sido el único
en llenar todos mis espacios vacíos,
de enloquecerme,
de enamorarme,
de hacerme mujer...
¿Dónde estás?
¿Y tú piel?
¿Y tú pelo?
Tu olor tan único,
tu textura tan mía,
tu sabor
ese sentimiento de cuando me haces el amor.
Ese temblar entre tus brazos,
ese gemir,
ese explotar cuando mi cuerpo rebosado,
con el tuyo dentro llega éxtasis,
llega al final.
¡Te necesito!
Ese sentir que muero por un instante... chiquitito.. absorto,
lleno de intensidad,
de placer,
de deseo.
Lujuria. Eso que tú me haces,
eso que me hacen tus labios,
eso que me hacen tus ojos,
tu aliento, tu saliva,
tu aroma, tu sexo...
Sólo tú,
¿Dónde estás?
Mi piel está necesitada de ti,
mi pelo necesita sentir
tus dedos entrelazados,
mi lengua tu calor,
y mis oídos escucharte
melodioso, insensato,
pero mío...
¿Dónde estás?
¿Qué no sientes a distancia lo que siento yo?


04/04/2016
Hoy te odio más que nunca, pero ya ni odio quiero sentir. Ya no.
AAGM

Autoterapia, parte I.

Recuerdo aún el olor a tierra mojada y a polución cuando llegué aquella noche de Diciembre al DF. Acababa de volar desde el otro extremo del país, era un día frío, pero no mucho. Era un día lleno de trabajo, un día lleno de preocupaciones,  de nerviosismo. Mi vuelo había estado regular, sin turbulencia, algo lento en los procesos del aeropuerto, pero en general; bien.
Tuvimos la genialidad de buscarnos entre tanta gente, dijimos que sería fácil, que estaríamos parados uno justo en frente del otro, sin que importara lo demás. Cuando aterrizó el avión lo primero que me cruzó por la cabeza fue tu cara, hace tanto que no la veía, hace tanto que no hacía contacto con tus ojos, que me puse nerviosa. Casi olvidando mi bolso, me dirigí con prisa a la sala para recoger mi equipaje, era la más alejada en uno de los más grandes y conflictivos aeropuertos del mundo. Habían pasado casi 48 minutos y yo seguía intentando al menos poder encontrar mi maletita con ruedas, beige con puntos negros; comprada en rebaja en una de esas tiendas gringas que malbaratan las cosas sólo porque “ya pasaron de temporada”.  Llegó al final, sobre aquella fila enorme de maletas que desfilaban, unas gordas, otras flacas, unas de marca, otras de colores llamativos, otras de colores más serios, de mezclilla, de lona, de algodón… ahí estaba aquella rebaja de temporada a puntos negros, esperando a que fueran por ella, pero mi cuerpo no reaccionaba, sólo pensaba en tu cara, en tus ojos… en tu olor.
Pasaron 55 minutos, largos, infinitos. Subía las escaleras que me llevarían a lobby, con mis kilos bien puestos y aquel abrigo de cachemir color camello. Mi cabello era largo todavía, rojo, chino, revoltoso. Ni si quiera tuve tiempo de mirarme en algún reflejo para ver si estaba aún maquillada, eran casi las 9 de la noche y te vi, parado, con los brazos cruzados, esperándome a un lado del enorme pino de navidad que decoraba aquella transitada sala de estar. Y ahí estabas tú. Tan serio, tan hombre, tan ajeno. Estabas también con algunos kilos de más, pero eso no me importó, lo que importaba era ver tu cara que a lo lejos, conforme me iba acercando sonreía. Yo no podía ni si quiera demostrar una mueca, mi cara fue inexpresiva, hasta que te tuve frente a frente, hasta que volví a oler esa piel y no pude más que sonreír y sentirme una idiota, una gran idiota.
Y he sido siempre una idiota contigo.

Me abrazaste, fue una reacción natural pero perfectamente maquinada, como todo lo que contaré a continuación. Nuestros brazos reaccionaron en automático, mi mente estaba algo confundida pues la sensación que mandaba el corazón en cada rápida pulsación era muy intensa, no sabía qué sentir, era como una máquina de imán que se pegaba cada vez más y más a tu cuerpo. Supe que nunca jamás volvería a sentir lo que sentí esa noche de tierra mojada… de olor a ti y a  mí y al miedo.

Idilio y beatlemania

Porque nunca habías tenido
una novia (vieja) tan fan de los Beatles;
como yo.
Sabes que desde niña
eran parte de mi soundtrack personal.
Y tuviste que fijarte en mí, para dolerme.
Y en especial te fijaste en Paul,
ese Beatle que me hizo una niña mimada
chiflada y cursi.
Si ya sabías de mí y de los Beatles
¿Por qué apareciste?
Y lo peor,
hoy te canto una canción al borde
de las lágrimas,
masculizando cada palabra.

HE´S LEAVING HOME... BYE BYE.

AAGM

Que mis dedos...

Que mis dedos que te extrañan hoy te escriban,
y que sepan que a pesar de la distancia
están para nunca estar.

Que en la soledad de la noche, muy a pesar de no tenerte
te tenga sola en los recuerdos apagados
y en la flor marchita y maldecida.

Por que la crueldad de todo está en nada
en insignificancias que se apagan
al sonar de un beso caliente, pasajero.

Que mis dedos se detengan de escribir,
cansados y efímeros,
Rotos. Lapidados.

Hoy no quiero más que enterrar el sentimiento
que se pasea a las 3 de la mañana
en sueños incandescentes y en preocupaciones estúpidas.
Esas visiones de vivencias del pasado
que revolotean, impacientes, desesperantes
justo antes de despertar
justo antes de tenerme sola
justo antes de que alguna lágrima se pasee en mi mejilla
y se llene de amargura, a las 3 de la mañana.

AAGM