Hay noches de insomnio como esta,
momentos de lucidez transparente
y de océanos que se huelen a
distancia
y de luces que se reflejan en tu
cara.
Con lágrimas que ruedan
y se caen por la delicada piel
que se derrite
que se desprende
bajo el agua salada y tibia
bajo el chorro lánguido
y meticuloso.
Hay momentos de felicidad
infinita
de temblores involuntarios
de pasiones desencajadas
de poemas apenas escuchados
y fantasías que desprenden un
sabor
dulzón y efímero.
Es como el estruendo de cuando
explota todo entre tus piernas
y se pinta de rojo y morado
y se detiene cálida agua en el
medio
en el punto de donde todo placer
emerge.
Y es así, como todo principio nace
y se origina un lento,
un lento entendimiento de lo que
supone
sería el amor.
Yo nunca he entendido,
Nunca.
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